¿Se puede en 2026 acumular reservas por la cuenta capital?

El presidente del BCRA, Santiago Bausili, fue claro en su mensaje reciente: la estrategia oficial desde 2026 apunta a acumular reservas a través de la llamada “cuenta financiera o capital” (no por la cuenta corriente), siguiendo un proceso similar al que en su momento transitaron Chile y Brasil después de sus procesos de estabilización. La entrada de capitales y la normalización del financiamiento externo fueron el canal dominante para recomponer las reservas de los bancos centrales. La gran pregunta es si ese camino es viable hoy para la Argentina.

FAE: el principal drenaje que condiciona todo

Si analizamos el balance cambiario del BCRA, la experiencia reciente muestra que la Formación de Activos Externos (FAE), definido como “la compra de billetes y divisas del sector privado no financiero sin asignación específica”, sigue siendo el principal drenaje de la cuenta de capital. En los primeros 10 meses de 2025, tras la apertura del cepo a las personas físicas en abril, la copra de billetes y divisas de los argentinos ascendió a U$S 29.929 millones, un récord desde la salida de la Convertibilidad. El año anterior, con un tipo de cambio real más alto y con cepo para todos (personas y empresas), la cuenta de FAE había dado positiva en u$S 2314 millones.  Sin una reducción marcada en la salida de dólares por FAE, en una economía sin cepo, es difícil que la cuenta financiera pueda aportar dólares netos para el BCRA el próximo año.

IED y RIGI: expectativas altas, resultados pobres

Al mismo tiempo, la IED (Inversión Extranjera Directa) y la gran apuesta de los RIGI (el régimen especial para los grandes proyectos de inversión) sigue sin despegar. En el año 2024 aportó muy poco (89 millones de dólares) y en el acumulado de los primeros 10 meses de 2025 directamente muestra egresos por U$S 1.624 millones. Esto último se explica por el traspaso de empresas extranjeras a “manos” de empresarios y empresas locales.

Pese del “traje a medida” del RIGI, la incertidumbre política,  el historial de controles cambiarios y la inseguridad jurídica hacen difícil que haya en un flujo significativo de capital productivo en el corto plazo.

Vale señalar que el año que más IED (en el balance cambiario) mostró Argentina  desde 2003 fueron menos de U$S 3.800 millones de dólares (0,5% del PBI). A diferencia de Chile y Brasil —donde la inversión extranjera se mantuvo estable incluso en contextos de volatilidad— la Argentina enfrenta un escenario de expectativas aún muy frágiles y flujos demasiado modestos para mover la aguja.

Inversión de portafolio: el canal más volátil

Si pasamos al rubro la inversión de portafolio (es decir, fondo de no residentes en el sistema financiero local) se observa un flujo extremadamente sensible al riesgo y a los cambios de régimen. Entre 2003 y 2015 prácticamente no aportó dólares netos y, salvo episodios puntuales, se mantuvo en terreno neutro o negativo.

 La única excepción relevante fue el período 2016–2017, cuando la normalización financiera, liberación de los controles cambiarios y el retorno al mercado internacional permitieron ingresos por más de USD 12.000 millones -entre ambos años— antes de que la crisis de 2018 revirtiera por completo esa tendencia, generando salidas masivas (por U$S 10.800 millones entre 2018/19)

La foto reciente vuelve a ese comportamiento defensivo: en 2024 los no residentes retiraron USD 77 millones y en 2025 profundizaron la salida con más de USD 500 millones. Sin un cambio estructural en el riesgo país y en la estabilidad del esquema cambiario, es difícil esperar que este canal vuelva a ser un aportante neto de dólares como lo fue en una breve ventana de 2016–2017.

FMI y Organismos Internacionales: ya hicieron el aporte excepcional

Otro capítulo relevante merece el rol del FMI y los organismos internacionales, que en 2024 y 2025 explican gran parte de los ingresos netos (positivos) de la cuenta financiera. Mientras que en 2024 fue un año de pagos netos —con egresos de alrededor de USD 1.100 millones— en 2025 la dinámica se dio vuelta por completo gracias a desembolsos extraordinarios que superaron los USD 19.582 millones post acuerdo del FMI en abril de 2025. Así, terminó convirtiéndose en el principal sostén de la cuenta financiera de los primeros 10 meses del año.

 Está claro que este volumen de apoyo es excepcional y difícilmente repetible en 2026 y 2027. Los organismos multilaterales ya adelantaron que el margen para nuevos desembolsos se reduce, y que cualquier apoyo adicional dependerá de la velocidad de reformas y del cumplimiento de las metas fiscales y monetarias. Es decir, contar con organismos como fuente de financiamiento para acumular reservas sigue siendo posible, pero no en la escala vista en 2025 y no como estrategia permanente.

El gobierno necesitará que el resto de la cuenta financiera —empresas, inversión y flujos privados— empiece a funcionar sin aporte de organismos internacionales de crédito externo.

Endeudamiento corporativo: fuerte aporte, pero con techo

El endeudamiento de empresas aportó significativamente a la cuenta financiera en 2024 y 2025, casi USD 18.000 millones (U$S  5.500 millones en 2024 y U$S 12.200 millones en 2025), explicado en gran medida por compañías vinculadas a energía, minería, sectores exportadores y bancos con acceso a financiamiento internacional. Este flujo permitió compensar, en parte, la salida por FAE y la debilidad de la inversión de portafolio. Pero es un canal con límites evidentes: gran parte de estas firmas ya atravesaron ciclos intensivos de endeudamiento para expandir capacidad productiva o financiar proyectos de infraestructura, especialmente en actividades capital-intensivas como Vaca Muerta, litio, entre otros. Sin embargo, esos créditos deben empezar a repagarse con generación propia de divisas, y no puede esperarse que las empresas vuelvan a endeudarse al mismo ritmo sin que haya un flujo de exportaciones que lo justifique. Para 2026 y 2027, este canal seguirá aportando, pero difícilmente pueda repetir la magnitud observada en los últimos dos años.

En este contexto, la gran incógnita es si el Tesoro Nacional deberá incrementar su propio endeudamiento externo para que el BCRA pueda acumular reservas, sobre todo si la FAE no se comprime y los flujos privados no mejoran (IED e Inversión de portafolio).

De hecho, aun en un escenario optimista suponiendo IED récord (U$S 4.000 millones) , un flujo de inversiones de portafolio de no residentes de U$S 2.000 millones , endeudamiento de empresas neto por otros U$S 8.000 millones y U$S 2.000 millones extra de Organismos Internacionales . Sera necesario una caída mayor al 30% en la formación de activos externos (FAE) , para acumular algo de reservas por esta vía.

En caso contrario, la acumulación de reservas vía cuenta financiera en 2026 dependerá de la colocación de deuda neta del Tesoro Nacional (ver cuadro)

La posibilidad de que el BCRA acumule reservas vía la cuenta financiera en 2026 depende, sobre todo, de que se reduzca de forma contundente la Formación de Activos Externos, el principal drenaje de divisas en 2024 y 2025. Si la salida privada de dólares no se modera, incluso un mayor acceso al crédito corporativo o de organismos internacionales tendrá un efecto limitado. En ese escenario, la única vía para sumar reservas sería que el Gobierno incremente su endeudamiento externo, con los riesgos que ello implica. En síntesis, la estrategia de Bausili requiere no solo más capitales entrando, sino menos dólares saliendo; de lo contrario, la acumulación volverá a depender del endeudamiento del Tesoro Nacional.