Augurios negativos para el 2015 y el consumo como única esperanza K

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Artículo publicado el 23.12.14 en El Cronista Comercial (www.cronista.com). 

Por Maximiliano Montenegro (Periodista y Economista)

Si fuera por las declaraciones de los referentes económicos de los principales dirigentes del país es evidente que, una vez más, estamos “condenados al éxito”. Para los líderes opositores el sólo “cambio de clima” tras la salida del kirchnerismo del poder desatará una lluvia de dólares (inversores directas y financiamiento) sobre el país que suavizará los “retoques” (la palabra ajuste fue erradicada del diccionario político) necesarios para normalizar la economía: reducción de la inflación, eliminación del cepo, corrección del atraso cambiario, recorte de subsidios económicos, descongelamiento tarifario, freno a la emisión monetaria de pesos devaluados, etc, etc.

Para el Gobierno el futuro virtuoso del que hablan los candidatos a suceder a Cristina ya es una realidad en el presente: salarios con aumentos del 30%, inflación del 24% (según Kicillof y el Indec); boom de consumo solo atenuado por las expectativas negativas que inventan los medios, anuncios de fuertes inversiones, dólar estable y competitivo para el modelo productivo de matriz diversificada y problemitas energéticos como consecuencia de tanto crecimiento ininterrumpido, entre otras delicias del discurso oficial.

Hablando en serio, se abren tres interrogantes clave para la economía 2015: 1) ¿Cuál será el motor del crecimiento para salir de la recesión? Las exportaciones caerán este año 12% y no serán motor de nada. El derrumbe en 2015 será igual o mayor. Por el impacto pleno de la baja del precio de la soja, la menor demanda de Brasil –en especial de autos—y por el golpe que el atraso cambiario asesta a la competitividad de casi todas las manufacturas industriales y de las economías regionales: de los 30 principales destinos de exportación, las ventas al exterior se contrajeron en 22 de esos mercados.

La inversión se achicó 6% este año y difícilmente despegue el año próximo. Con cepo al dólar, cualquier escenario de boom de inversiones es una fantasía. Y no hay chance de levantar el cepo con dólar barato sin una entrada masiva de divisas, que desaliente una corrida para comprar dólares en liquidación a $ 8,50, o incluso a un tipo de cambio más alto entre el actual oficial y el paralelo. Sólo el consumo, que este año retrocedió entre 2% y 3%, podría arrastrar a la economía en 2015. Para ello los salarios y jubilaciones tendrían que ganarle a la inflación, y no al revés como ocurrió en 2014, provocando un ajuste hasta del consumo de alimentos. Esta será, sin duda, la apuesta del Gobierno para tratar de reanimar el nivel de actividad. Pero dado el recorte real de salarios y jubilaciones de este año la recomposición de ingresos debería ser rápida y sustancial para escapar al “serrucho” de la inflación sobre el poder adquisitivo. 

El serrucho inflacionario implica que, ante cada aumento por caso de las jubilaciones –dos veces al año—el poder de compra restablecido por la mejora de haberes empiece inmediatamente a caer hasta llegar a un mínimo, el mes previo al nuevo aumento. El problema es que en 2014 aún con la mejora de marzo el poder adquisitivo de las jubilaciones quedó 8% debajo de septiembre de 2013; siguió descendiendo hasta ser un 18% menor en agosto, y tampoco logró salir a flote con la suba de septiembre (6% inferior en comparación con un año atrás). En diciembre de 2014 la jubilación real cerró, de nuevo, 12% debajo de setiembre de 2013. La dinámica del serrucho sobre el poder de compra de los salarios es similar y es la peor amenaza contra la recuperación del consumo.

2)¿Podrá el Gobierno “aguantar” el dólar anclado y evitar otra devaluación? La estrategia de clavar el dólar oficial muy por detrás de la inflación es el único rumbo cierto de la política oficial. La “sensación de estabilidad” que genera el atraso cambiario es, a su vez, necesaria para fomentar el consumo en un contexto de alta inflación. El “éxito” de esta jugada dependerá de tres factores. Primero, de que Brasil no devalúe de manera brusca. Segundo, de que el atraso cambiario (Argentina cara al dólar oficial) no genere pérdidas relevantes de puestos de trabajo en la industria. Pero fundamentalmente dependerá de los dólares que se consigan, sean de China o de los mercados de capitales, se cierre o no trato con los Buitres. En el esquema del ancla cambiaria, el endeudamiento en dólares –con Beijing o con el mundo— es clave, como en los aborrecidos años noventa, para evitar la sangría de reservas y sostener así el modelo. Sobre todo desde que el modelo corre riesgos de perder su piedra basal, el superávit comercial, única fuente de dólares “genuinos” durante más de una década. En 2014, con recesión y trabas en la Aduana, las exportaciones superaron a las importaciones en sólo U$S 7000 millones, el menor superávit desde 2003. Con fuerte caída de exportaciones y reactivación del consumo, ese saldo podría ser nulo en 2015.

3)¿Cuál será la herencia económica que dejará Cristina al próximo Gobierno? Con un esquema de dólar barato, alta inflación, estímulo al consumo con bajas tasas de interés reales y cepo para que no se desbande todo, no hay secretos sobre la herencia de Cristina, ésta al menos. Pero sí sobre la magnitud del legado. Por ejemplo, cuál será la factura final de los subsidios (energéticos y al transporte), que este año superaron los 5 puntos del PBI, más de $ 220.000 millones. O el grado del atraso cambiario con que asumirá el próximo Gobierno.
Cuestiones importantes para saber cuán condenado al éxito, o a adoptar antes medidas difíciles estará el próximo Gobierno.