Si la realidad se ajustara a lo que imagina Federico Sturzenegger, la baja de la inflación en el próximo año quedaría representada por el gráfico de esta página. El titular del Banco Central se lo mostró al presidente Macri cuando todavía la Corte no había fallado en contra del tarifazo y por ende se estimaba que la inflación en agosto sería un poco mayor.
La meta del BCRA es reducir sostenidamente la inflación mensual para llegar al 1,2% en marzo próximo, pasando así de una inflación acumulada a diciembre de casi 38% en el año, a una inflación anual en marzo de 29% respecto a marzo de 2015. Luego el ritmo seguiría desacelerándose para coronar en diciembre de 2017 con una inflación acumulada el año próximo del orden del 15%. En el ‘power point’ que vio Macri la inflación converge al 14,5%, el centro de la banda del 12 al 17% que fijó el Banco Central (ver gráfico).
Pero en el Gabinete económico se discutió que para el Presupuesto 2017 tal vez sería mejor no fijar un piso tan bajo y que el rango debería ser entre 15 y 17%. Los otros supuestos clave del proyecto de ley que se enviará al Congreso son dólar de $ 18 (promedio), crecimiento del 3,5% y déficit fiscal de 4,5%, Para el escenario imaginado por el Banco Central es clave que los salarios se acomoden a una dinámica muy distinta a la que guió la negociación salarial en el pasado. Las paritarias del año próximo deberían cerrarse con un tope del 21%.
Ese número fue barajado con incredulidad en dos reuniones esta semana. Lo comentó Sturzenegger en el almuerzo con los dirigentes de la UIA y lo mencionó el propio Macri ante el ministro de Trabajo Jorge Triacca en Olivos, antes de partir a China, cuando revisaron la agenda del primer encuentro oficial con la nueva CGT unificada. Según los hombres del Banco Central, una vez que la inflación se consolide abajo del 1,5% en los próximos meses, el Gobierno deberá convencer a los gremios de que deben negociar salarios mirando la inflación futura y no lo ocurrido en el último año. Así, en la visión oficial, el tope del 21% significaría incluso una recomposición del salario real por la fuerte desaceleración esperada de la inflación. En los cuadros que recibió Macri -sobre un promedio de cinco gremios testigo- el salario real caería 4,8% en 2016 y empezaría a recuperarse en el primer trimestre de 2017.
Sin embargo, como muestra el gráfico del ‘serrucho salarial’ (que mide la evolución del salario real en base a la paritaria de bancarios), esto supone que los gremios acepten que la pérdida del poder adquisitivo, en el mejor de los casos, apenas será compensada siempre que se cumplan los pronósticos optimistas de Sturzenegger. Proyecciones que dependen, a su vez, de que sean creibles para los sindicatos. Además deberían resignarse a que por otro año más los sueldos se mantendrán bastante por debajo en términos de poder de compra del nivel que alcanzaron en 2012 (ver gráfico 2).
“Nunca en los últimos tiempos se negoció así, sin contemplar la inflación pasada”, le advirtieron en la UIA a Sturzenegger, que insiste con que esta vez habrá un “cambio de régimen”. Macri duda de si llamar a una mesa de concertación social con sindicatos y empresas hacia fin de año, donde instalar la idea de discutir salarios como pretende el Banco Central. Se fue a China con otras urgencias en mente. Antes quiere evitar una reapertura de paritarias hasta tanto no se consoliden varios meses de baja inflación. En segundo lugar, ordenó monitorear de cerca la situación social. Sturzenegger dice que la caida de la inflación, p
or sí sola, redundará en una mejora del salario real y un repunte del consumo. Pero el presidente no descarta anunciar, a más tardar en noviembre, un aumento de suma fija para jubilados y asignaciones por hijo si el consumo sigue sin dar señales de vida. Un guiño que se extendería al sector privado. La recesión se prolonga y la paciencia con los bolsillos flacos se agota a medida que se acerca fin de año. P
ocas veces la realidad se adapta a los escenarios en ‘power point’, o en planillas de Excel, como ya aprendió Juan José Aranguren.