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Las cifras de inflación de junio que diundió el Indec son malas por donde se las miren y reflejan el fuerte impacto de la devaluación de mayo sobre los precios, especialmente de los alimentos. En junio, el IPC nacional (Indice de Precios al Consumidor promedio en todo el país) llegó al 3,7%, el nivel más alto desde el verano de 2016, tras la devaluación con la que arrancó la gestión Macri. Así, en solo 6 meses, la inflación acumula 16% en el año, por encima de la meta del 15% que a fines de diciembre pasado el Banco Central había fijado para todo 2016. (Hay que recordar que antes de que se corrigiera al alza en la recordada conferencia del 28 de diciembre esa meta de inflación, el ex titular del Banco Central insistía con su meta de un 10% promedio para todo el año, algo que ya entonces lucía inverosímil por donde se lo mire). Pero además la inflación muestran un claro sendero ascendente porque en junio último llegó al 29,5% comparado con junio del año pasado. 
  Más preocupante todavía es que dicha aceleración viene de la mano de los alimentos, cuya disparada en los precios producto de la devaluación golpea a los sectores de menores recursos que gastan la mayor parte del ingreso familiar en comida. En junio, la inflación de alimentos llegó al 5,2% y acumuló en el primer semestre un 17,3%. En el acumulado del último año, en cambio, el aumento de precios de los alimentos fue del 27,5%, por debajo de la inflación general, lo que ratifica que la disparada de los precios de los alimentos corresponde a la primera mitad de este año.
  En junio también impactó el ajuste del boleto de colectivo, la tercera prevista para este año en Ciudad y Gran Buenos Aires. Por eso el IPC en el área metropolitana (Capital y GBA) fue en realidad del 3,9%, mientras que en el resto de las regiones del país rondó entre el 3,1% y el 3,7%.
  Pero la llamada inflación núcleo, que excluye los "precios estacionales" (como frutas y verduras) y "regulados" (con los servicios públicos) en junio aumentó 4,1%, por el arrastre de la disparada del precio de los alimentos. Y acumula en el año también un 16 por ciento.
  El otro elemento que hay que seguir de cerca es lo que está sucediendo con los precios mayoristas, es decir, los precios a la salida de fabrica o de los importados antes de entrar en la cadena de comercialización. El índice de precios mayoristas de junio volvió a saltar 6,5% y acumulan 30,3% en sólo 6 meses de 2018. En el último año (junio 208/junio 2017) en tanto la suba es del 44,1%. De nuevo, toda la disparada de los precios mayoristas se concentra en la primera mitad de 2018, o mejor dicho desde que empezó la devaluacilón a fines de diciembre para salir del dólar atrasado de 17,50 pesos. En junio, el índice de precios de productos importados escaló 10,9%, y en los primeros 6 meses del año acumula un alza del 47,5%, casi en línea con la suba del dólar en el año.
   El interrogante es si esta aceleración impresionante de la inflación mayorista se trasladará tarde o temprano a los consumidores, o si la caida del consumo y la recesión le pondrán un tope a las remarcaciones finales.
   Con semejantes cifras de inflación, es lógico que ahora el Gobierno no solo acepte la reapertura de las paritarias –que en su mayoría habían cerrado en el orden del 15% para todo el año– sino que incluso impulse, a través de la convoctoria al consejo del salario, la fijación de un nuevo umbral para los salarios en el orden del 25%. Cuanto más rezagados queden los salarios frente a los precios, mayor será la caida del consumo y la recesión en los próximos meses. 
   En el "escenario base" que analizaron los técnicos del FMI con el Gobierno la inflación sería este año de alrededor del 27%. Pero tal vez ese escenario sea demasiado optimista, sobre todo si al Banco Central no le queda otra alternativa en los próximos meses de dejar correr todavía más al dólar, que hoy está sujetado con tasas de interés cercanas al 50%. Si ese fuera el caso, en el "escenario adverso" para este año que también evaluaron los economistas del Fondo, se prevé una inflación del 31,7%. Pero a esta altura del partido, nadie descarta que la inflación pueda ser incluso mayor. En ese caso los problemas se multiplicarían, porque el propio acuerdo con el Fondo estimula que si la inflación a diciembre superara el 32% entonces sería necesario una aprobación especial del Directorio del organismo para continuar con los desembolsos del crédito para Argentina, además de una revisión integral del esquema de la política del Banco Central.