Un pie de página en el “Power Point” que presentó Nicolás Dujovne con las nueva medidas para cerrar el déficit fiscal revela cuál es el escenario base que ahora espera el Gobierno. Para este año, inflación de 42% en diciembre y caida del PBI de 2,4%. Para el año próximo –un supuesto clave para la elaboración de todos los números del Presupuesto 2019– crecimiento de 0% e inflación del 25% (ver facsímil).
Obviamente, el 42% de inflación para este año supone que que el dólar se estabiliza en los rangos actuales y que en todo caso acompaña la inflación hasta fin de año. Pero semejante número, sin duda, también marca la profundidad de la recesión esperada para los próximos meses. Con la inflación corriendo arriba del 40% y paritarias salariales que, en el mejor de los casos, cerrarían en 25% el derrumbe de poder adquisitivo salarial y del consumo es lo que explica la super recesión que pronostican en el Gobierno para lo que resta del año.
El cálculo es simple: la economía creció en el primer trimestre 3,6%. Pero en el primer semestre del año ya estaba 0,6% abajo, como consecuencia de una fuerte caida en el segundo trimestre –en junio, la actividad económica medida por el Indec cayó 6,7%– a causa principalmente de la menor cosecha agrícola. Para que todo el año la economía termine con una baja de 2,4%, significa que en el segundo semestre la recesión se profundizará notoriamente (caídas promedio de casi 5%) como consecuencia del desplome del consumo.
De manera vertiginosa la crisis pulverizó todos los pronósticos que hasta hace muy poco defendían en el Ministerio de Economía. Para este año, el Gobierno sostenía en el Presupuesto una meta de crecimiento de 3,5% con inflación del 15% –en realidad se había corregido el pronóstico original de 10%.
Hace apenas 2 meses, cuando se cerró el acuerdo con el Fondo Monetario, había dos escenarios posibles incluidos en el memorándum de entendimiento:
n El “escenario base” proyectaba crecimiento de 0,4% e inflación del 27%. Con un dólar en diciembre de 27,20 pesos.
n El “escenario adverso” de los técnicos del FMI hablaba de una caída del PBI de 1,3% y una inflación del 31,7%. Con un dólar en diciembre de 29,20 pesos.
Hace apenas tres semanas Dujovne había admitido para este año una nueva corrección, acercándose al escenario adverso previsto por el Fondo: dijo que la economía caería 1% este año, pero que crecería 1,5% el año próximo, justamente el año electoral, impulsada por la mayor cosecha del campo a partir del segundo trimestre de 2019.
Ahora blanqueó un escenario mucho peor. No solo por la mayor recesión y la inflación más alta de este año. El cero de crecimiento para 2019, un año electoral, sería todo un desafío para el Gobierno: el primer año electoral desde 2009 en el que la economía no crece. Pero además, como se espera una cosecha mucho mayor del campo para el año próximo, ese número implica que la recuperación esperada en el resto de los sectores sería muy lenta o incluso nula. En particular por el lado del consumo. El 25% de inflación para el año próximo –en el acuerdo con el FMI se había fijado como meta 17%– también será difícil de alcanzar y le fijaría en todo caso un techo a la reactivación del poder adquisitivo salarial y del consumo.
Sin embargo, en una Argentina que incinera los pronósticos en cuestión de semanas, hacer proyecciones para 2019 se asemeja a ciencia ficción.