Los últimos datos difundidos por el Banco Central confirman la impresionante dolarización de ahorros por parte de los argentinos en los últimos tiempos, tendencia que se profundizó el mes pasado en medio de la disparada del dólar.
Según el BCRA, en mayo las compras netas de dólares billetes por parte de personas físicas llegó a U$S 2.708 millones, un récord histórico. El anterior pico se había registrado en agosto del año pasado, durante las semanas previas a las PASO –cuando todavía se temía un triunfo de Cristina: ese mes las compras llegaron a U$S 2.266 millones. Mientras que en diciembre último, cuando empezó la escalada del dólar que entonces cotizaba a $ 17,50, la fuga de dólares al “colchón” ascendió a U$S 2.162 millones.
Para tener una idea de magnitud valen las siguientes cifras. Durante el primer año de la gestión Macri, con el levantamiento del cepo, la compra de dólares billete por parte de minoristas contabilizó U$S 12.326 millones, un promedio de U$S 1.000 millones mensuales. En 2017, con el dólar corriendo muy detrás de la inflación hasta diciembre, la dolarización se disparó a casi U$ 18.000 millones, un promedio de U$S 1.500 millones mensuales. Un récord similar al de 2011, año en el que después de las elecciones Cristina decidió implementar el cepo. En lo que va de 2018, la tendencia se aceleró todavía más: en los primeros 5 meses del año, la venta de dólares billete a personas físicas sumó U$S 9281 millones, un promedio de U$S 1850 millones mensuales.
En mayo, 1.100.000 personas adquirieron dólares billetes en el mercado oficial, casi 250.000 personas más que en abril.
Semejante demanda de dólares billete se vio potenciada por las compras de empresas, que en el último año no habían representado una cifra relevante, e incluso durante muchos meses vendieron más dólares billetes de los que compraron. En mayo último, en cambio, las empresas (personas jurídicas) compraron (neto de sus ventas) otros U$S 731 millones. Entre personas físicas y empresas, sumaron en mayo compras de dólares billete por U$S 3409 millones, un récord histórico. (En mayo de 2017, esa cuenta arrojaba “sólo” U$S 777 millones: compras netas de individuos por 1084 millones y ventas netas de empresas por 308 millones). Obviamente, el salto del dólar del 40% –de 20 a 28 pesos—se supone que, entre otros efectos, debería atenuar la demanda de dólares para atesoramiento en los próximos meses. Sin embargo, esa demanda parece haber adquirido en los últimos años un carácter estructural, con un piso elevado, muy difícil de perforar. Al menos, hasta que, en el futuro, alguien logre reconstruir la confianza en el peso.
La dolarización de ahorros, lo que comúnmente se conoce como la compra de dólares billetes para atesorar –en cajas de seguridad o en los domicilios—empezó a cobrar fuerza nuevamente en Argentina, tras la megacrisis de 2002, después de 2007. La razón es simple: con el dólar quieto y la inflación superando el 20% anual, el dólar era lo único que no aumentaba a la par del resto de los precios. Y cuando eso sucede los argentinos saben –por la historia de las últimas décadas– que es mejor resguardar sus ahorros en el dólar, porque tarde o temprano terminará por despertar, recuperando terreno frente a la inflación.
Entre 2007 y 2010, en 4 años, se fueron del sistema al “colchón” U$S 39.760 millones. Pero el pico se alcanzó en 2011, con el dólar todavía a 4 pesos, cuando la compra de dólares para atesoramiento llegó a los 18.000 millones. Ante semejante sangría, después de las elecciones de octubre –que ganó con el 54%– de los votos, el Gobierno de Cristina Fernández empezó a aplicar el famoso “cepo” para la compra de dólares. El cepo creó un mercado paralelo donde el dólar cotizo 50% más caro. Y si bien contuvo la salida de dólares para atesoramiento, no pudo evitar la caída de reservas que implicó en especial durante el 2013 y 2015—el boom de turismo de argentinos en el exterior aprovechando el dólar oficial barato –que se disparó a cerca de U$S 10.000 millones anuales—además de diversos negociados de agencias de turismo e importadores para hacerse de los dólares baratos al tipo de cambio oficial.