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  En el Banco Central coinciden en que el dólar no puede ser escalando y que en este rango cercano a 40 pesos hay que tratar de estabilizarlo cómo sea. En todo caso, el objetivo es que después vaya acompañando la inflación hasta fin de año.

 Pero ya con el dólar a 40 pesos, la inflación proyectada por el Ministerio de Economía para el año es de 42% y la caída del PBI del 2,4%. Si siquiera a los saltos, existe el riesgo de que espiralice la inflación y profundice todavía más la caída.

  Por eso, el Banco Central negocia con el FMI levantar la restricción que pesa en el acuerdo firmado en junio sobre el uso de las reservas para frenar el tipo de cambio, junto con el adelanto de desembolsos por unos U$S 15.000 millones extra: la propuesta argentina es que el Fondo envíe U$S 6000 millones trimestrales, en lugar de U$S 3000 millones como figuraba en el acuerdo original, durante los próximos 5 trimestres.

  Esas señales sirvieron hoy, al menos, para que ingresen dólares frescos a recomprar bonos de deuda argentina. Y que el Banco Central haya podido bajar el tipo de cambio mayorista unos 50 centavos (de 39,05 a 38,52) con una venta de U$S 235 millones. Además, por primera vez en mucho tiempo la intervención del Banco Central permitió quebrar la tendencia alcista, en lugar de morigerar la suba, como sucedía hasta ahora. Para tener una idea de por qué las cosas hoy funcionaron un poco mejor, el martes el Banco Central había vendido U$S 458 millones, y aún así el dólar mayorista había subido 85 centavos (de 38,20 a 39,05).  Es un primer paso. Pero igualmente el desequilibrio en el mercado cambiario continúa: la tasa de interés en pesos se encuentra en el 60% y el Banco Central sigue vendiendo reservas.

  También contribuyó que el Banco Central haya cambiado su estrategia de intervención en el mercado cambiario, dando una señal de que el FMI le empezaría a soltar las manos. Hasta ahora, la entidad venía subastando una suma fija de dólares que anunciaba previamente, y eso le quitaba sorpresa a las intervenciones. Era una condición fijada por las autoridades del Fondo Monetario. Hoy, en cambio, empezó licitando 100 millones, pero luego vendió el resto directamente en el mercado sin previo aviso.

   Cuando no existe oferta privada de dólares, la receta del Fondo Monetario es la misma para cualquier país: que el dólar suba hasta el valor que sea necesario para que el mercado ajuste el desequilibrio de la cuenta corriente (menos importaciones y turismo al exterior) al tiempo que se encarece el atesoramiento en divisas.

   A esta altura de la devaluación esa receta en Argentina es muy peligrosa. Por dos motivos. En primer lugar, el impacto social y la gobernabilidad. Como se dijo, dejar que el dólar siga a los saltos potenciaría el ajuste del salario real, la recesión, los niveles de pobreza y podría encender la mecha de un conflicto social imprevisible.

En segundo lugar, si no se frena la devaluación, existe el peligro de que la corrida cambiaria se transforme en una corrida bancaria: si empiezan a correr al dólar los depositantes en pesos la devaluación podría espiralizarse. Pero además se abre el riesgo de que los depositantes en dólares corran a los bancos a buscar sus dólares. Si bien, a diferencia de la convertibilidad, hoy los depósitos en dólares están prestados a empresas exportadoras –que cobran en divisas–, una corrida masiva podría, como en cualquier otro sistema financiero, golpear a los bancos. Este es hoy un riesgo lejano. De hecho al viernes pasado los depósitos en dólares alcanzaron los U$S 31.853 millones, 2% más que un mes atrás. Pero en los últimos días la caída de reservas fue muy superior a las ventas del BCRA y ese comportamiento no se explica por el pago de deuda.

   De hecho, el drenaje constante de las reservas del Banco Central, desde que se firmó el acuerdo con el Fondo (ver cuadro), hace que suenen ya todas las alarmas. Durante primera corrida, entre abril y el 20 de junio, hasta la aprobación del acuerdo con el FMI, las reservas cayeron unos 13.000 millones de dólares. Entonces, llegó el primer desembolso del organismo por 15.000 millones. Desde esa fecha, las cayeron otros U$S 12.200 millones. Sólo estabilizando el tipo de cambio, podría empezarse a recomponer la confianza y apostar que aquellos que compraron dólares en los últimos meses empiecen lentamente a venderlos.