Apenas se conoció el jueves pasado de que el Gobierno había cerrado un acuerdo con el Fondo Monetario por U$S 50.000 millones, algunos de los principales bancos de inversión de Wall Street salieron festejar la magnitud del anuncio. El JP Morgan, uno de los bancos más influyentes, habló incluso del “Bazooka Time”. La idea era que con al stand-by por 50.000 millones, único en la historia del FMI, el organismo había decidido apuntar al mercado con un cañón de alto calibre, una “bazooka”, para terminar con la corrida contra el peso y recobrar la confianza en la economía argentina.
“La asistencia fiananciera viene por arriba de las expectativas del mercado y debería ayudar a recobrar la confianza del mercado, permitir a las autoridades argentinas volver a colocar deuda en el futuro y aliviar la restricción externa”, decía un informe de entidad justamente titulado: “Principales conclusiones de los tiempos del Bazooka del FMI”. Más aún, reconocían que se venían tiempos difícil para Argentina debido al ajuste fiscal requerido por el Fondo y la contracción en el nivel de actividad en los próximos meses en un contexto de alta inflación. Sin embargo, el planteo decían que el foco de atención se correría del desequilibrio macro (la falta de dólares y la devaluación) a la reconomía real. La ilusión de que el paquete del Fondo alcanzaba para torcer el rumbo llevó incluso a algunos en el Gobierno a pronosticar una nueva euforia financiera que impulsara la compra de bonos y acciones argentinas.
En los primeros cuatro días hábiles tras el anuncio del acuerdo nada de eso ha sucedido. La “Bazooka” del FMI parece haber sido tomada como una “pistola de cebita” en el mercado cambiario. El viernes, el día después del anuncio, el Banco Nación tuvo que salir a vender una buena cantidad de dólares para evitar un salto más pronunciado del dólar, que igual superó los 25 pesos en el mayorista, la barrera que hasta el día anterior había trazado el Banco Central con una oferta de U$S 5.000 millones a esa cotización. Igual cerró a 25,31 pesos en el mayorista y casi 26 pesos en el minorista. El lunes, sobre el final de la jornada, sin la intervención del Banco Central, una compra por U$S 50 millones, llevó la cotización mayorista a 26,20 y el minorista cerró a 26,45 pesos. El martes, el Banco Central cambió de postura y vendió U$S 695 millones para hacer retroceder la cotización mayorista a 25,75 pesos y la minorita a $ 26,38. Hoy, miércoles, el Central volvió a vender (U$S 99 millones) para morigerar el alza, pero hacia el final de la jornada se corrió del mercado y dejó que el dólar mayorista escalara de nuevo a $ 26,25 y el dólar en casas de cambios y bancos se exhibió en las pizarras a $ 26,70. En el comunicado del FMI, tras el anuncio del acuerdo, se dice: “avalamos la decisión del banco central de adoptar metas de inflación realistas y significativas, así como su compromiso por mantener un tipo de cambio flexible y determinado por el mercado”. Como se sabía, dejan en claro que los dólares del préstamo no son para ser utilizados por el Banco Central para defender un tipo de cambio que se consideraría barato si a ese nivel la demanda supera holgadamente a la oferta. Es lo que está sucediendo en estos días.
Pero llama la atención que en los días inmediatos posteriores al acuerdo, el Banco Central no lograra estabilizar el dólar, diluyendo el efecto expectativas positivas del propio anuncio.
Para algunos es una estrategia para darle “volatilidad” a la cotización. Y así mostrar que quienes compran dólar pueden ganar un día y perder otro.
Si fuera algo planeado, los resultados no son buenos. La demanda de dólares sigue cada vez más firme y la oferta no aparece, a la espera de una nueva devaluación. Además la tendencia es nítida: en sólo cuatro días hábiles, el dólar subió 5%, la rentabilidad de 2 meses de un plazo fijo en pesos; o de un mes y medio de Lebacs. Para colmo, esa tendencia potencia el desarme de carteras en Lebacs, lo cual impulso la tasa de interés a 35 días por arriba del 40%.
Para otros, se trata directamente de mala praxis del titular del Banco Central, Federico Sturzenegger, a quien en la Casa Rosada todavía le pasan factura por el mal manejo de la corrida cambiaria, cuando dilapidó U$S 4000 millones al vender reservas a 20 pesos, fogoneando los temores, para luego aceptar una devaluación de casi 25 por ciento. Dicen que si fuera por Macri, Sturzenegger ya hubiera sido eyectado de su cargo, pero la imposición de Fondo Monetario de que se respetara la independencia del Central lo frenó.
“No entendemos que quiere hacer con el dólar”, comenta un integrante de la mesa chica del gobierno cuando se le pregunta por la estrategia del Banco Central.
La preocupación del ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, y del ministro de Finanzas, Luis Caputo, es evidente. Quedó expuesta hoy mismo cuando el Ministerio de Finanzas salió a anunciar, mediante un comunicado, que próximamente venderá unos U$S 7.500 millones, de los U$S 15.000 millones que desembolsaría el FMI después del 20 de junio. Un mensaje al mercado del estilo: “aguanten unos días que ya habrá más dólares disponibles para calmar los ánimos”.
Menos de una semana después del gran anuncio del acuerdo con el Fondo, el Gobierno sigue entrampado en la pantalla del dólar. Cuando por delante se abren interrogantes todavía más complicados: ¿cómo se aplicará el ajuste fiscal? ¿En qué medida se trasladará la devaluación a la inflación y los salarios? ¿Hay forma de evitar una recesión en la segunda mitad del año?