“Necesitamos un tipo de cambio tal que la tía deje de comprar dólares y los cadetes dejen de viajar a South Beach”, dijo Carlos Melconián, en una conferencia organizada por un bróker financiero y causó revuelo. El ex titular del Banco Nación duda de que el dólar a 30 pesos sea suficiente para desalentar la compra de dólares para atesorar que viene batiendo todos los récord este año y recortar de manera sustancial los gastos de turismo de los argentinos en el exterior.
El último informe del Banco Central (“Evolución del Mercado de Cambios y Balance Cambiario, julio de 2018”), muy esperado por los economistas tras la devaluación de mayo/junio, no despeja esas dudas sino que las potencia.
Según los datos oficiales, sigue firme el altísimo nivel de dolarización de los argentinos, lo que en la jerga técnica se conoce como “formación de activos externos” y algunos denominan como “fuga de capitales”. En julio fue de U$S 3.351 millones (35% más que en julio del año pasado, cuando sumó U$S 2.474 millones) y acumula un récord de 35.514 millones de dólares en los últimos 12 meses.
La “formación activos externos” incluye la compra de dólares para atesorar de particulares y empresas (en julio llegó a 2.384 millones) y las transferencias al exterior por parte de residentes argentinos (en julio, 914 millones). La compra de dólares billetes para atesoramiento sigue a niveles insostenibles en el tiempo. Como lo demuestra las siguientes cifras:
n En julio, como se dijo, fue de U$S 2.384 millones, de los cuales solo 176 millones fueron compras de empresas y el resto de personas físicas. Comparado con julio del año pasado es un 39% (ver cuadro). Es decir que la dolarización sigue a un ritmo muy acelerado, pese a que el tipo de cambio real en julio de este año era por lo menos 15% más alto (dólar en julio de 2017 a 17,50 vs. dólar a 28 pesos el mes pasado, descontada la inflación).
n Semejante ritmo de dolarización marca récords históricos. Durante 2016, primer año de la gestión Macri, las compras promedio mensuales eran de U$S 1.355 millones; y en 2017, llegó a U$S 1.850 millones, un nivel de más de 21 millones anuales, similar al pico de 2011, cuando después de la elección Cristina aplicó el cepo al dólar. Este año, en especial a partir de abril, se instaló firme por arriba de los 2.000 millones. En abril, fueron 2055 millones con el dólar a 20 pesos. En mayo, en plena disparada del tipo de cambio, llegó a los 4.600 millones. En Junio, cuando todavía continuaba la pulsada cambiaria, seguió en U$S 3000 millones. Y en julio, con el dólar estabilizado en 28 pesos durante todo el mes, ascendió a casi U$S 2.400 millones.
n En julio, 1.350.000 personas compraron divisas en el mercado cambiario, 240.000 clientes más que el mes anterior. El Banco Central lo atribuye al cobro del aguinaldo, lo cual sugeriría que cualquiera con algún dinero extra en el bolsillo termina corriendo al dólar. Las compras promedio el mes pasado fueron de 2.275 dólares. Pero casi la mitad de las personas físicas adquirieron en promedio 1.740 dólares.
El balance cambiario del mes pasado también confirma que, tras la devaluación, la cuenta turismo viene ajustando, pero no al ritmo esperado. En julio se fueron por esa vía 651 millones, 23% menos que en julio del año pasado cuando los gastos netos de dólares por turismo promediaban los U$S 800 millones mensuales.
La balanza comercial de julio también viene ajustando muy lentamente para las urgencias de corto plazo. Las importaciones crecieron 2,2%, las exportaciones solo 1,7% y el déficit comercial fue de 789 millones, 5,5% más que en igual mes del año pasado. Así acumula en los primeros 7 meses del año, un rojo de 5.867 millones, 74,5% más que en igual período del año pasado.
De todos modos, más allá del ajuste en las importaciones y el turismo, el problema del dólar a 30 pesos parece venir más que nada por la cuenta capital. La fuga de divisas en niveles récord, es una demanda de dólares que del otro lado no encuentra la oferta que existía el año pasado para equilibrarla: el Estado tiene cerrado el mercado para emitir bonos y conseguir dólares frescos vía endeudamiento; y los dólares que antes llegaban mediante inversiones financieras en el mercado local, en julio continuaron saliendo. Si no se frena la dolarización –o al menos se desacelera fuertemente– es imposible que semejante demanda de divisas pueda ser abastecida por el ahorro de dólares que se logre en los próximos meses por las menores importaciones –si la recesión se profundiza– y por los menores gastos de turismo en el exterior.
Por eso en julio el Tesoro vendió U$S 3.164 millones (del primer desembolso del préstamo del FMI) para estabilizar el mercado cambiario y las reservas cayeron U$S 3.885 millones, porque además hubo vencimientos de deuda en dólares que no pudieron renovarse en su totalidad y hubo que pagarlos.