Hugo Moyano sumó a una CGT diezmada, sin los mega gremios que controlan sus históricos duelistas, y tendrá que hacer algunos gestos si pretende ensanchar el continente político que agitará la protesta del 22-F.
La foto posterior al anuncio cegetista es incierta: los intendentes del PJ bonaerense -partido en que Pablo Moyano es vice segundo- y la triada de organizaciones sociales todavía no se sumaron. Hay acuerdo en las críticas al Gobierno pero la empatía no derivó todavía en respaldo formal. Lo mismo, con otro backstage, ocurre con el cristinismo.
Todo indica que sí pero hay zonas grises. Daniel Menéndez, de Barrios de Pie, anunció que ese grupo saldrá a la calle. Pero la CTEP, el espacio de Juan Grabois, respaldó el reclamo, aunque todavía no resolvió si se sumará."Los cayetanos", apodo que reciben la CTEP, Barrios de Pie y la CCC porque debutaron, como bloque, con una marcha en San Cayetano de 2016, analizarán el lunes la adhesión a la movilización del 22 de febrero.
Ese eje enlaza con el triunviro Juan Carlos Schmid pero no tienen -salvo Emilio Pérsico, el jefe del Evita- relación fluida con Moyano. Con Schmid hay puntos en común y simpatías vaticanas que no hay con Moyano, evangélico que venera a Francisco.
Por ahora, la CTEP prefiere priorizar su agenda y retomar el diálogo con el Gobierno -ahora deteriorado- en vez de correr detrás de la repentina belicosidad del camionero. Eso le trasmitió, ayer, Esteban "Gringo" Castro, coordinador del grupo a Schmid.
El fin de semana, en Salta, la Corriente Clasista y Combativa que comanda Juan Carlos Alderete tiene su plenario nacional y discutirá sus pasos. A priori, saldrá un mensaje de acompañamiento pero asoman viejas disputas con el jefe del clan Moyano y sobre sus modos: el camionero puso día de la movilización sin sondeos previos.
De hecho, surgieron quejas porque coincide con el accidente de Once, ocurrido en 2012. Hubo pedidos para el cambio de fecha, pero desde Camioneros dijeron que parece difícil que se mude la concentración a otro día.