El mercado cambiario transita un “plan llegar” al 26-O. Tras la elección de PBA, las expectativas de devaluación se dispararon: primero fue el Tesoro Nacional quien intervino vendiendo dólares dentro de la banda cambiaria, hasta que se quedó “sin munición”. Luego el Banco Central debió actuar en el techo de la banda, desprendiéndose de USD 1.110 millones, una señal de alarma para los mercados. Poco después llegó el tuit de Scott Bessent y el anuncio de “retenciones cero”, para calmar al cambiario. La tregua duró pocos días. El 9 de octubre, con las reservas de dólares del Tesoro agotadas, fue directamente el Tesoro de Estados Unidos el que empezó a vender dólares en el mercado oficial argentino. Bessent irrumpió como el garante de la estabilidad de corto plazo. La gran incógnita ahora es qué ocurrirá con el régimen cambiario después de las elecciones legislativas, siendo que en el mercado descuentan que inexorablemente habrá un nuevo régimen cambiario.
Escenarios para el próximo régimen cambiario
Hasta hace pocas semanas, los analistas de mercado debatían cuál debía ser el tipo de cambio de equilibrio que permitiera acumular reservas y atravesar 2026 y 2027 sin acceso a los mercados internacionales.
Las simulaciones apuntaban a un salto del dólar para recomponer competitividad externa y sostener los pagos de deuda en un escenario sin “rollover”. En otras palabras, el BCRA y Tesoro deberían comprar el superávit comercial y para eso la condición necesaria sería un tipo de cambio elevado. De corto plazo, el riesgo es que la dinámica de la “desinflación” se frene y el traspaso a precios de la corrección cambiaria acelere la inflación, impactando en actividad y empleo.
Pero el tablero cambió. Con la irrupción del secretario del Tesoro de EE.UU, Scott Bessent, el escenario financiero argentino se transformó. Washington no solo acordó un swap de 20.000 millones de dólares con el Banco Central, sino que además habilitaría una línea adicional de hasta 20.000 millones para cubrir los vencimientos en dólares del Tesoro argentino durante lo que resta del mandato de Javier Milei.
En otras palabras: el riesgo de default —que hasta hace poco parecía una posibilidad cierta para 2026— podría desaparecer si se consolida este “blindaje Bessent”, siempre que el resultado electoral de octubre no altere el rumbo económico y político.
El escenario previo a Bessent: sin rollover, el abismo
Hasta la llegada de Bessent, los números eran claros y duros. Si el Gobierno no lograba renovar deuda ni acceder al mercado, el BCRA y el Tesoro deberían comprar USD 34.200 millones en los próximos 27 meses, el tiempo restante del mandato.
El país enfrenta en ese período vencimientos netos con el FMI por USD 9.500 millones, USD 800 millones con el Club de París, USD 15.600 millones entre Globales y Bonares, USD 4.800 millones de Bopreales y USD 3.500 millones en repos con bancos privados. Todo eso, sin contar otros pagos menores ni eventuales operaciones internacionales.
Eso implicaría —sin rollover— un ritmo de compras cercano a U$S 1.000 millones mensuales. Una meta virtualmente inalcanzable sin una corrección fuerte del tipo de cambio o una fuente externa de financiamiento.
El giro de Washington y la nueva ecuación cambiaria
El desembarco de Bessent alteró ese cálculo. El Tesoro norteamericano decidió involucrarse directamente en el mercado argentino, algo inédito desde el rescate a México en 1995. El swap de USD 20.000 millones amplía la capacidad operativa del BCRA sin usar reservas propias. Y en las últimos días Bessent habla de una línea complementaria de USD 20.000 millones le permite al Tesoro argentino cubrir casi todos los vencimientos hasta 2027.
En este nuevo marco, el tipo de cambio deja de ser la variable de ajuste exclusiva. Los analistas que hace semanas estimaban un dólar mucho más alto para forzar la acumulación de reservas, ahora recalculan: con financiamiento externo asegurado, el Gobierno puede sostener una flotación administrada con menor presión devaluatoria.
El riesgo de forzar nuevamente
Aca el riesgo nuevamente es que el equipo económico “subestime” la capacidad de “consumir dólares” del actual esquema económico. Y vuelva a “forzar” la desinflación y la estabilidad cambiaria y dentro de unos meses volvamos al problema de falta de dólares del Tesoro y del BCRA.
Los números muestran que el actual esquema que priorizó la desinflación, estabilidad cambiaria y brecha cambiaria lo mas baja posible. Tuvo costos importantes en cuanto a la acumulación de reservas.
En el siguiente cuadro se observa como el equipo económico fue “sacando conejos de la galera”. Y sin embargo, no pudo acumular divisas y por eso acude al Tesoro de EE.UU ante la crisis cambiaria y la suba del riesgo soberano.
Desde comienzos de 2024, el esquema económico agotó medidas que le permitieron una mayor oferta de dólares en el mercado oficial de cambio ( medidas one shot ) y de los dorales financieros y “consumió” muchos “conejos de la galera”.
El “dólar blend” para exportadores (aportó USD 16.900 millones entre ene/24 y mar/25), el blanqueo (USD 20.600 millones), la intervención sobre la brecha (USD 3.700 millones entre jul/24 y abr/25), los desembolsos netos del FMI (USD 14.400 millones del año 2025) y otros organismos internacionales (USD 5.300 millones).Además de la política de “retenciones cero” reciente (aportó USD 7.000 millones de oferta al MLC en un momento crítico) .
Y por último, la promesa del Tesoro de EE.UU. de un swap de monedas por U$S 20.000 millones más una línea de ayuda por otros U$S 20.000 millones (USD 40.000 millones).
De ese total, hay que diferenciar que una parte significativa fue oferta volcada al mercado oficial de cambios y/o al mercado de los dólares financiaros. Concretamente, USD 15.200 millones se canalizaron a través del mercado oficial de cambios, mientras que otros USD 20.500 millones provinieron del mercado financiero, vía CCL y MEP.
El problema ese aluvión de dólares no se tradujo en acumulación de reservas, sino en sostener la estabilidad del mercado.
En este escenario intermedio, el Gobierno buscaría un dólar “administrado”, que no dispare la inflación pero permita cierta recomposición externa, apostando a que en 12 meses Argentina vuelva a colocar deuda en el mercado. Para eso, el riesgo país debería comprimirse de forma significativa, una tarea compleja sin señales de estabilidad política y fiscal sostenidas.
El escenario más nocivo para la economía es que el Gobierno tenga una muy mala elección en octubre y la corrección cambiaria se desordena. Bajo este supuesto, la tensión aumenta tanto en lo económico como en la gobernabilidad (aun con el apoyo externo). Pese a que las encuestas le asignan una baja probabilidad de este escenario, el propio Bessent le ha pedido a Caputo que deberán trabajar en la “gobernabilidad”.
En definitiva, la “intervención Bessent” compra tiempo, pero no resuelve los desequilibrios de fondo. Argentina deberá hacer un “reseteo” del régimen cambiario/monetario post elecciones. Hay tres cuestiones que parecen inevitables que deberá apuntalar el Gobierno post 26- O : un régimen cambiario más flexible (y con menos restricciones), acumular reservas y mayor acuerdos para la garantizar la “gobernabilidad”.