Según la Oficina de Presupuesto del Congreso (OPC), en noviembre la Administración Pública Nacional registró un deficit primario -excluyendo utilidades del BCRA- de $ 92.862 millones. Un 77,4% mayor que en noviembre de 2019. Los ingresos totales – excluyendo las utilidades del BCRA- se contrajeron 7,4% en términos reales descontando la inflación. Mientras que el gasto primario se desaceleró fuerte y creció a un ritmo de sólo 1,7% en términos reales.
En noviembre, hubo un “freno” del gasto primario: pasó de crecer 56,2% interanual en abril -en el pico de la pandemia (abril/2020)- a solo 1,7% interanual el mes pasado (ambos en términos reales).
Los ingresos totales (sin contar las utilidades “giradas” por el BCRA por $150.000 millones), con la reapertura de la economía y la baja en la “brecha cambiaria”, mejoraron respecto al mes de octubre pero aún siguen por debajo de lo que caían en septiembre. Registraron una baja de 7,4% interanual en términos reales.
Vale señalar que el análisis que realiza la Oficina de Presupuesto del Congreso toma el criterio de devengado de los créditos y débitos. Por ello, difiere respecto del cálculo realizado por el Ministerio de Economía en base caja. .
El gasto primario se desinfló el mes pasado por el recorte del gasto público para amortiguar el efecto de la pandemia, llamado “Gasto Covid-19” que, en noviembre, alcanzó $32.795 millones. Equivalente al 6,1% de gasto primario total.
Según lo detallado en el informe de OPC, si se netea el “Gasto Covid-19”, el gasto primario hubiese caído 5% interanual en términos reales, en comparación el mismo mes de 2019. En los meses de julio y agosto, el “Gasto No Covid” también caía en términos reales (2,7% en julio y 2,4% agosto en la comparación interanual).Sin embargo, en septiembre y octubre se volvieron a expandir ambos, el Gasto Covid y No Covid. – ver gráfico-
El ajuste mas fuerte en el gasto corriente se dio en 3 rubros : 1) Jubilaciones y pensiones (por la suspensión de la ley de movilidad), 2) salarios públicos y 3) gastos de capital (obra pública). Las velocidades de aumento de las partidas del gasto público son muy heterogéneas.
En noviembre, las prestaciones sociales (jubilaciones y gasto social), que explican el 60% del gasto operativo total, crecieron al 6,7% interanual en términos reales .
Sin embargo, el rubro “jubilaciones y pensiones” cayó 5,2% el mes pasado. Producto de la suspensión de la ley de movilidad previsional y los aumentos discrecionales por decreto presidencial, las jubilaciones están corriendo detrás de la inflación y cayeron en términos reales. Ya que para el trimestre (septiembre-noviembre de 2020) el Gobierno fijó por decreto que la suba en los haberes jubilatorios de sólo 7,5%.
Asimismo, cayeron 1,4% en términos reales las pensiones no contributivas y 0,4% las asignaciones familiares.
Por otra parte, las “Transferencias a las provincias” cayeron 48,3% respecto de igual mes de 2019. Particularmente en el mes de noviembre de 2019 se realizó una transferencia de $20.536 millones lo que hizo que el mes base potencie la caída interanual. En los primeros 11 meses del año las “transferencias a las provincias” aumentaron 146,4% interanual (72,6% descontado la inflación) respecto del mismo período de 2019.
En tanto, los “subsidios económicos” a las empresas de servicios públicos subieron 19,6% interanual en términos reales debido al “congelamiento” tarifario. Específicamente, $41.345 millones se explican por los subsidios a la energía. Y otros $12.385 millones vinculados al transporte (especialmente al transporte automotor de pasajeros).
Así, en los primeros 11 meses del 2020 el gasto en subsidios económicos creció 85,2% interanual –nominal- ( 29,7% en términos reales). Según la Oficina de Presupuesto del Congreso, se estima que el gasto en subsidios económicos alcanzará al 2,2% del PBI en 2020.
El Gobierno había anunciado que suspendería el congelamiento tarifario a partir de diciembre (para los casos de gas, agua y electricidad). Sin embargo, actualmente postergó el “descongelamiento” de tarifas al mes de marzo de 2021. Por lo cual la “bola de nieve” de los subsidios económicos continuará, al menos, hasta el primer trimestre del año próximo.
Los “gastos de funcionamiento” registraron una caída de 9,6% interanual en noviembre (descontando la inflación). Y especialmente, la partida de “salarios públicos” (gastos en personal) registró una caída de 8% en términos reales.
Por su parte, los “gastos de capital” (obra pública) se derrumbaron 73% respecto al mismo mes de 2019 –en términos reales-. Y si tomamos el acumulado de los 11 meses cayeron en términos reales –descontando la inflación– 24,7%. Dentro de los “gastos de capital”, en noviembre, la inversión en “Agua potable y alcantarillado“ se incrementó 82,6% interanual.
Por último, los pagos por intereses de la deuda cayeron 39,6% interanual –en términos reales- debido a los menores intereses pagados en moneda extranjera por la reestructuración de la deuda. Y acumularon una caída de 22,2% nominal en los primeros 11 meses del año.
El Ministro Guzmán, entiende y ha expresado su preocupación por una mayor monetización del déficit fiscal que puede generar un “desborde” de pesos. Tema que esa situación dispare las expectativas de devaluación, complicando aún más todo el panorama.
Además, sabe que para cerrar el acuerdo con el FMI es clave enviar una señal fiscal fuerte. Por ello, no hubo IFE 4 en diciembre y se redujo la asistencia ATP para que las empresas puedan afrontar el pago de los salarios. También modificó la nueva fórmula de actualización de jubilaciones, que le fija un tope al gasto previsional.
Es difícil que en el último bimestre del año el Gobierno logre cerrar la brecha fiscal. Son los meses que concentran el “grueso” del gasto público por el pago del medio aguinaldo y obligaciones de deuda del Tesoro Nacional. Mientras que los ingresos fiscales aún no logran recuperarse post-pandemia y cuarentena estricta. Probablemente se verán mejores números fiscales en el arranque de 2021.
El Ministro Guzmán está “haciendo los deberes” (ajustando el gasto público) para lograr que la negociación con el Fondo Monetario llegue a buen puerto. El objetivo último es estabilizar la brecha cambiaria y se “desinflar” las expectativas de devaluación.