Cómo impactaron la devaluación y las tarifas en la inflación de los últimos años

cmo-impactaron-la-devaluacin-y-las-tarifas-en-la-inflacin-de-los-ltimos-aos-2019-02-04

  El 2018 registró la inflación más alta desde el año 1991 . Según el INDEC, la inflación del año pasado fue de 47,6%. Más elevada aún que el pico de 2002, tras la mega devaluación del colpso de la convertibilidad, cuando alcanzó el 41% anual. El problema ya tiene un carácter crónico. Durante los últimos 5 años la economía experimentó 3 fuertes devaluaciones (2014, 2016 tras la “salida del cepo cambiario” y en 2018) que llevaron a una notable aceleración de la inflación. Las tasa de inflación en esos periodos estuvo por arriba de 36% interanual en los 3 casos. En 2014 fue de 38% anual tomando el IPC-Ciudad de Buenos Aires (ya que el INDEC estaba intervenido), en 2016 el IPC-NP (elaborado por el BCRA ) cerró en 36,6% interanual (otras fuentes, como el IPC Congreso la ubicaron en el orden del 40%) y en 2018 la inflación medida por el INDEC, como se dijo, fue de 47,6%.
  Sin embargo, es interesante analizar no solo la variación anual sino también la composición de esos resultados.
Los datos desagregados del IPC-CABA (para usar un mismo termómetro) para los últimos 6 años muestran que es bien distinta la composición y el aporte de cada rubro al número de la inflación final. La Consultora Ledesma detalló para cada año en ese período el aporte a la inflación de tres rubros principales: 1) Precios regulados (con  gran incidencia de los ajustes tarifarios y precios con alto componente impositivo); 2) el IPC-Estacionales (que incluyen frutas, verduras, ropa, transporte por turismo, alojamiento y excursiones) y 3) el IPC-Núcleo, que computa al resto de los bienes y servicios del índice de precios al consumidor que se supone no están vinculados a los ajustes de tarifas de servicios públicos ni a las variaciones estacionales de precios. Este último segmento es en buena medida explicado por rubros que son muy sensibles a los movimientos en el tipo de cambio (como por ejemplo “Alimentos y bebidas”).
   La tendencia es evidente. En los años con saltos cambiarios, como 2014, 2016 y 2018, el aporte del “IPC-núcleo” se dispara (ver gráfico). En esos años, entre 27,9 y 32,1 puntos de la inflación anual se explicaron por la disparada del rubro alimentos y bebidas o de la llamada inflación núcleo. Mientras que en los periodos de “dólar tranquilo” su incidencia es de entre 17,7 y 23 puntos. De hecho, en 2017, el equipo económico de Macri festejaba que la “inflación núcleo” de ese año (17,7%) fuera inferior al año 2015 (23%) y 2013% (21%). Y decían que el hecho de que la inflación de esos tres años fuera similar, rondando el 26%, se explicaba por el ajuste de tarifas públicas aplicado en la gestión Macri.
   Ciertamente, los ajustes tarifarios tienen a partir de la era Macri una incidencia cada vez más relevante. Entre 2016 y 2018 el “IPC- regulados” aportó entre 6,7 y 10 puntos al índice de precios. Mientras que en 2013 y 2015 aportó sólo 2,7 y 1,3 puntos, respectivamente, a la inflación final. La excepción a la regla fue el año 2014, en el que el kirchnerismo también aplicó –junto con la devaluación—un ajuste tarifario. Según analistas privados, en 2019 los ajustes de tarifas (transporte, gas, electricidad y agua) aportarán entre 4 a 5 puntos a la inflación final.       
   Pero sin duda la clave para saber cuál será la inflación en 2019 (los pronósticos privados la ubican entre 30 y 35%) estará en cómo se moverá el tipo de cambio y en cuántos puntos contribuirá el “IPC-núcleo” a la inflación final. La apuesta de Macri –con el salvavidas del FMI– de mantener domado al dólar en el año electoral, aún a riesgo de acumular atraso cambiario, apunta justamente a mostrar también una inflación en baja. Estabilidad cambiaria con menos inflación es la condición necesaria, dicen en la Casa Rosada, para encarar con chances de éxito la difícil carrera el electoral.