El riesgo país argentino volvió a aumentar y superó nuevamente los 800 puntos, básicos, el valor más alto en el año. Desde mediados de febrero se ve claramente el “efecto desacople”. El riesgo sube en Argentina, pero en países con niveles similares de riesgo (como Ecuador y Ucrania) disminuye, o se mantiene sin cambios.
El índice de riesgo-país, que elabora el banco JP Morgan, refleja la capacidad de repago de la deuda soberana, emitida por los gobiernos. Se mide como la sobretasa de interés que debe pagar un título argentino (o de otro país) sobre lo que paga un bono emitido por el Tesoro de EEUU (el llamado “riesgo cero”), que actualmente tiene una tasa inferior al 3% anual en dólares. Por eso este indicador es clave para saber cómo está “el humor” de los inversores en el país y la confianza de cara al futuro económico y político.
Desde mediados de febrero el riesgo país argentino viene en alza. Pasó de 690 puntos básicos a mediados de febrero a 808 puntos básicos hoy. Desde fin del año pasado Argentina venía en línea con un grupo de países con similares tasas de riesgo entre los cuales estaban Ucrania, Ecuador y Egipto. Sin embargo, a partir de mediados de febrero el índice argentino “se cortó solo”. Subió más 100 puntos, mientras que el resto de los países “achicaron” su riesgo crediticio o experimentaron aumentos marginales, poco significativos (ver gráfico).
La fuerte suba del riesgo país en el inicio de la semana es la contracara de la venta por parte de los inversores de bonos en dólares de la deuda argentina, que cayeron fuerte en su cotización: el Bonar 2024 (-1,5%), el Bonar 2020 (-1,1%) y el Bonar 2025 (-3%).
Aún cuando el viernes se conoció que el FMI aprobó el cuarto desembolso del crédito Stand-By para Argentina —por más de 10.800 millones de dólares–, aunque con advertencias sobre la necesidad de un ajuste fiscal adicional para cumplir con la meta de déficit cero este año, porque la recaudación viene más floja de lo previsto como consecuencia de la recesión (Ver acá: "Macri lanzará un paquete electoral, pero se comprometió con el FMI a un ajuste extra de obras públicas")
Así, hoy el Bonar 2020, un título en dólares que vence en octubre del año próximo, rinde 15,7% anual en dólares. Es decir que si alguien comprara hoy ese título y lo conservara hasta el vencimiento, podría ganar 15,7% anual en dólar. Una rentabilidad extraordinaria (un bono del Tesoro norteamericano “paga” menos de 3% anual) que no alcanza, por lo visto, a compensar el temor que genera en los inversores que tras la elección de este año el próximo Gobierno no pague la deuda en tiempo y forma.
Esta situación también ejercerá presión sobre las futuras colocaciones de Letras del Tesoro Nacional (LETES en dólares, con un plazo de vencimiento menor a un año). El Gobierno venía renovando más del 80% de los vencimientos (a una tasa de 4,75% anual en dólares). Pero en las próximas semanas empiezan a vencer LETES que para renovarlas habrá que emitir otros Letras que vencen después de la elección de octubre. Habrá que ver en este contexto qué tasa deberá aceptar el Tesoro si no quiere usar para estos pagos los dólares del FMI.
En el caso del Bonar 2024 la rentabilidad implícita es de 15,3%. Y para el Discount 2033 llega a 14,7%. Todas tasas exorbitantes, pero es notorio que para los bonos más largos, la rentabilidad disminuye (al contrario de la lógica financiera: un bono más largo debería pagar más), confirmando que el mayor temor en qué sucederá en la elección de octubre y en el primer año del próximo gobierno (Ver acá: "Por qué se disparó el riesgo país de los bonos que vencen en 2020")
¿Qué es lo que espanta a los inversores que, aún ante semejantes tasas de rentabilidad, optan por vender los bonos argentinos?
En principio, el programa con el FMI iniciado en octubre pasado comenzó a mostrar sus “inconsistencias”. El BCRA tiene pocas herramientas para controlar al dólar, solo puede vender divisas para contener el tipo de cambio cuando la cotización supere el “techo” de la banda banciaria (hoy en 51 pesos). Y la única herramienta que tiene disponible es la tasa de interés. Así, pasado el “veranito financiero” de enero, la tendencia alcista del dólar (16% en menos de dos meses) disparó las expectativas de inflación. En la actualidad los pronósticos de las consultoras privadas apuntan al rango entre 35%-40% inflación para 2019. Esto inexorablemente, lleva a anticipar una recesión más larga.
Por otra parte, empieza a ser cada vez más evidente la fragilidad política de Cambiemos: las tensiones internas con el radicalismo, los reclamos de los gobernadores del oficialismo por el escenario de recesión con alta inflación y la encuestas que muestran una tendencia en la que se debilita Macri y se fortalece Cristina en sus chances electorales.
Ante ese combo, los argentinos con ahorros se refugian en el dólar para conservar su patrimonio y los extranjeros vende los bonos locales para pasarse también a dólares contantes y sonantes. Para colmo, el propio FMI alertó en el último informe que publicó el staff de economistas del organismo que esa tendencia a la dolarización podría agravarse una vez que se definan las candidaturas y se largue con todo la campaña electoral.
La desconfianza en el Gobierno, la incertidumbre electoral y las encuestas, llevan al mercado a cubrirse. La estrategia electoral de “polarización con el pasado”, potencia aún más los fantasmas y termina como un tiro en el pie para el Gobierno. El mercado se adelanta, las expectativas negativas se disparan y afectan la cotización del dólar y al riesgo país actual.
