Todo lo que hay que saber sobre el salto del dólar y los 3 peligros que acechan

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   Si el Gobierno tiene como único objetivo en estos meses garantizar la estabilidad cambiaria en la campaña electoral, el Banco Central debería apuntar todos los cañones a evitar que se repitan saltos del dólar como el de la última jornada. En un solo día, el dólar mayorista se disparó 4,3% y cerró en 42,60 pesos. Mientras que la cotización para el público minorista escaló hasta 43,40 pesos. Así el dólar acumula una suba de 12,3% en los últimos 30 días y 8,6% en los primeros 3 días hábiles de marzo.
   Está claro que el dólar no podía permanecer en 40 pesos desde octubre, si desde entonces la inflación acumulada supera el 15%. Sin embargo, un despertar tan brusco enciende todas las alarmas. No sólo en términos del impacto adicional sobre la inflación sino también en términos de incertidumbre para el inversor o el ahorrista que todavía sigue posicionado en pesos. Para tener una idea de magnitud, en tres días hábiles de marzo el dólar aumentó más de lo que remunera la tasa de interés en pesos (3% mensual) a los grandes depositantes (más de 1 millón de pesos) en dos meses. Si el dólar se sigue moviendo a este ritmo el fantasma de la dolarización de depósitos pre-electoral podría adelantarse rápidamente.
   El nuevo salto del dólar hoy se explica, como en los últimos días, en parte por factores externos. A diferencia del “veranito financiero” de enero, hay en los últimos días una salida de capitales de los países llamados “emergentes”, lo cual provocó una suba del dólar en toda la región. Pero como Argentina es el país en la mira, la venta de activos argentinos (el aumento del riesgo país) y salto del dólar fue muy superior al resto. El dólar en la argentina escaló 2 o 3 veces más rápido que el resto de los emergentes de la región (Brasil, Chile, México, etc.)
   Para intentar frenar la escalada, el Banco Central volvió a utilizar los únicos dos instrumentos que tiene a mano dentro del acuerdo con el FMI: la venta de dólar futuro (de manera limitada) y una nueva suba de la tasa de interés retirando pesos de circulación. Como es sabido, el BCRA no puede intervenir con el instrumento más potente (la venta de dólares de la reservas) cuando el tipo de cambio se encuentra en la llamada –justamente—“zona de no intervención" cambiaria, que tiene hoy un piso de casi 39 pesos y un techo de 50 pesos, en ambos casos para la cotización mayorista (ver gráfico).
   Por eso, en los últimos tres días hábiles, el Central retiró más de $ 130.000 millones de circulación (mediante la colocación de más Leliqs –Letras de Liquidez—de las que vencían a los bancos): $ 63.200 millones hoy; $ 40.500 millones el miércoles; y $ 33.300 millones el viernes pasado. La tasa volvió a subir la tasa de referencia promedio (de las Leliqs) hasta 51,8%, casi 2 puntos en tres días. Y se encuentra casi 8 puntos arriba del piso de 44% que había tocado el 14 febrero pasado. Desde entonces se terminó el “veranito” financiero que intentó aprovechar el Banco Central, bajando la tasa de interés desde inicios de enero (cuando estaba en 60%) para darle aire al crédito y la economía real. Ahora dólar y tasa de interés van de nuevo, peligrosamente, para arriba (ver gráfico).
   “En dos días retiramos pesos que eran una demanda potencial de dólares de más de U$S 2.000 millones. Hay que darle tiempo a la restricción de liquidez a que vaya estabilizando el mercado de pesos y dólares”, dicen en el Banco Central.
    Varios analistas del mercado financiero alertaron, como en los tiempos de Sturzenegger al frente del BCRA en medio de la corrida, cierta impericia oficial para manejar con picardía los movimientos del mercado desde la mesa de operaciones del Central. En particular, las capturas de pantalla del mercado mayorista muestran que casi sobre el cierre del mercado, entre las 14.55hs y las 14.58hs, con sólo 7 operaciones por U$S 1 millón cada una, el dólar mayorista terminó de dar un salto final de 41,80 pesos a 42,50 pesos.
    Como sea, el dólar saltando casi 5% en las últimas dos semanas de febrero y 8,6% en apenas tres días hábiles de marzo dispara tres peligros evidentes:
   1) Que el dólar a los saltos haga desaparecer la oferta de dólares de los exportadores –a la espera de una cotización mayor—justo cuando el Gobierno espera hacia abril el ingreso fuerte de divisas de la cosecha gruesa. Por eso, salió el secretario de Finanzas, Santiago Bausili, a avisarle a las grandes emperesas exportadoras que el Tesoro venderá en abril U$S 10.000 millones del préstamo del FMI en el mercado. Es una forma de “amenazarlos” con que si no se apuran a liquidar sus dólares en el mercado local, la cotización puede caer, en lugar de seguir para arriba. Es un riesgo latente, en especial desde que la gestión Macri eliminó –en los tiempos en que confianza que los dólares financieros lloverían para siempre—los plazos para liquidar las divisas de los exportadores en el mercado local.
   2) La suba del dólar puede acelerar el el proceso de dolarización de carteras y en particular de depósitos en pesos en el sistema financiero. Hay más de 1.150.000 millones de pesos en depósitos a plazo fijo del sector privado, de los cuales más de $685.000 millones pertenecen a segmento mayorista (depósitos de más de 1 millón de pesos). Los depósitos de este segmento crecieron en más de 250.000 millones entre octubre y enero tentados por el dólar planchado y las altas tasas de interés. El riesgo es que empiecen a correr en manada al dólar, junto con otros $100.000 millones de minoristas que también se depositaron en los bancos en esos 4 meses. Si eso ocurriera, las presiones sobre el mercado cambiario y la tasa de interés se potenciarían en plena campaña electoral.
    3) El tercer riesgo es el impacto del nuevo salto del dólar sobre la inflación, justo cuando los precios corren a un ritmo mensual de entre 3 y 4% no solo por los ajustes tarifarios sino también por la disparada del precio de alimentos como la carne y lácteos. Más inflación motoriza el círculo vicioso de la caída del consumo, la recesión, las tasas de interés en alza, la desaparición del crédito, y la mayor incertidumbre sobre el mercado cambiario.