Después de las elecciones en la ciudad, Aerolíneas Argentinas volvió a ser noticia.
La empresa que conduce Mariano Recalde canceló y reprogramó más de 220 vuelos en plena temporada de vacaciones de invierno.
Pasajeros que esperan viajar hacia Montevideo, Bariloche, Córdoba, El Calafate, Mendoza o Río de Janeiro vieron alterados sus planes.
La Casa Rosada enumeró una serie de argumentos para explicar los problemas: el tráfico récord, los factores climáticos y la necesidad de realizar tareas de mantenimiento en algunas aeronaves.
Recalde cuestionó además a los sindicatos que tienen peso en la aerolínea de bandera: el paro de controladores y el quite de colaboración de los pilotos de Austral.
Las demoras, las cancelaciones y las quejas complican al funcionario camporista que se quedó afuera del balotaje en la ciudad.
Desde la oposición, llueven las críticas que apuntan contra Recalde. Afirman que el presidente de Aerolíneas descuidó la empresa que tiene a su cargo durante los meses de la campaña porteña.
Pero los problemas en la compañía que Cristina Kirchner estatizó durante su primer mandato no sólo afectan al oficialismo: también agarran mal parado a Mauricio Macri.
Después de años de mostrarse vacilante cuando le preguntaban por el futuro de Aerolíneas en un eventual gobierno del PRO, el ex presidente de Boca decidió romper el silencio el día del batacazo de Martín Lousteu: aseguró que seguirá en manos estatales si logra su gran objetivo de llegar a la Casa Rosada el 10 de diciembre.
