A tres meses del cierre de listas, el gobierno y la oposición pisan el acelerador de las definiciones.
Después de que Cristina Fernández de Kirchner eligiera a Julián Domínguez para competir en la provincia de Buenos Aires, Martín Insaurralde dejó de dar vueltas y anunció su candidatura.
Tras coquetear durante un año con Sergio Massa, el intendente de Lomas de Zamora decidió finalmente ser el delfín de Daniel Scioli en el territorio de mayor peso electoral.
El lanzamiento del esposo de Jésica Cirio fue recibido con euforia en el campamento sciolista.
Karina Rabolini le dio la bienvenida a Martín y dijo que era una de las grandes alegrías de su esposo en la campaña.
La postergada definición de Insaurralde coincide con la fuga de algunos dirigentes que se habían sumado al massismo y ahora vuelven a tomar la garrocha para saltar en distintas direcciones.
Después de que el intendente de Escobar Sandro Guzmán arreglara su regreso al Frente para la Victoria, la Casa Rosada ahora apuesta a seguir captando massistas.
El jefe de Gabinete Aníbal Fernández afirmó que nadie es dueño del peronometro y que todos pueden volver.
Por fuera del peronismo, la alianza entre Mauricio Macri y el radicalismo avanza en busca de acordar las listas y de redactar un programa común de gobierno.
Criticado duramente por funcionarios kirchneristas e intelectuales opositores como Beatriz Sarlo, Ernesto Sanz salió a decir que el que gane en las PASO será el que conducirá el nuevo espacio.
Falta cada vez menos y la campaña entra en la recta final.
¿Es posible que el radicalismo le gane la interna a Macri o el acuerdo ya está sellado? ¿Cristina elegirá un candidato a presidente propio para enfrentar a Scioli?
