El 8 de abril pasado, el FMI giró al país el cuarto desembolso del crédito Stand By acordado en junio del año pasado: fueron U$S 10.835 millones.
Ese día las reservas del Banco Central llegaron al récord de U$S 77.478 millones. Desde entonces se redujeron en U$S 9.048 millones, es decir que la baja consumió el 83% del último giro del FMI. La caída en las reservas en el último mes se explica por los pagos de deuda a acreedores privados (Bonar 2020, Bonar 2024), organismos interncionales y vencimientos de deuda de corto plazo (Letes en dólares) que no pudieron refinanciarse; más las ventas de U$S 60 millones diarios del préstamo del FMI al Tesoro para tratar de equilibrar al mercado cambiario. También impactó negativamente en las reservas en las últimas semanas la devaluación del yuan (frente al dólar), ya que cerca de un tercio de las reservas del Banco Central es el swap de monedas con China: yuanes que se valúan en dólares (Ver acá: Cuánto suman las reservas “reales” del Banco Central ante una corrida al dólar).
Con el último giro, el FMI ya desdembolsó al país unos U$S 40.000 millones desde junio del año pasado, el 70% del total del crédito Stand-by por un total de U$S 57.000 millones.
En lo que resta del año, llegarán otros dos desembolsos unos U$S 5.400 millones cada uno, el 15 de junio el primero y el 15 de septiembre el segundo, en total unos U$S 10.800 millones. (Vale recordar que los giros en el acuerdo valuados en DEG –Derechos Especiales de Giro– la moneda del FMI, que hoy cotiza a 1,38 dólares por DEG. Así, los desembolsos de junio y septiembre son de 3900 millones de DEG cada uno). De esa forma se completaría, antes de la elección del 27 de octubre, el desembolso de casi el 90% del total del crédito, unos U$S 51.000 millones en poco más de un año, desde junio de 2018.
Para eso, el Fondo debería, por lo menos, aprobar las metas fiscales de la cuarta revisión del acuerdo que están monitoreando por estos días una misión en Buenos Aires y las de la quinta revisión, que incluirá los numeros fiscales junio. Pero es evidente que hoy, con la presión de la administración Trump, la apuesta es completar todos los desembolsos previstos para la gestión Macri antes de las elecciones. Más aún ahora que el propio FMI aceptó flexibilizar el uso de reservas del Banco Central con tal de frenar al dólar en la campaña electoral y evitar a toda costa un escenario de crisis total que sepulte las chances de la reelección.
Este año sólo restaría un desembolso de unos U$S 1.000 millones extra hacia mediados de diciembre, con la revisión de los números fiscales de fines de septiembre.
Para el próximo Gobierno, sólo quedarán dos pequeños desembolsos. En 2020, unos U$S 3.900 millones que cubrirán los primeros vencimientos del préstamo del Fondo por 2.300 millones ese año. Mientras que en 2021, sólo restará un desembolso de apenas U$S 2000 millones, que sólo cubrirá una tercera parte del pago de U$S 6.000 millones que ese mismo año habrá que hacer al organismo.
En 2022 y 2023, los últimos dos años de gestión del próximo Gobierno, llegará los dos grandes vencimientos a pagar de la deuda con el FMI: u$s 22.100 millones y u$s 23.300 millones, respectivamente.
La capacidad de repago de esa deuda por parte del próximo Gobierno dependerá de si se renegocian o no esos vencimientos, una posibilidad que los próximos economistas del Fondo ya consideran en reuniones reservadas (Ver acá: "Exclusivo: la reunión secreta del FMI con un grupo de inversores…")
Pero también de que se logre controlar o no la evolución del dólar. De hecho, desde que se firmó el acuerdo en junio del año pasado, en sólo 9 meses, el staff de técnicos del FMI ya revisó 3 veces para peor las proyecciones de "sustentabilidad de la deuda argentina" como consecuencia de una devaluación mayor a la prevista (Ver acá: "En 9 meses, el FMI ya revisó para peor la sostenibilidad de la deuda argentina")