El Ministro Guzmán anunció un paquete de medidas, el jueves pasado, en medio de un clima de desconfianza que se manifesta en la suba de los “dólares alternativos” y de la brecha cambiaria, pérdida de reservas del Banco Central (que se no pudo evitar el anuncio del súper cepo hace dos semanas) y una aceleración de la salida de depósitos en dólares de los bancos.
Las medidas apuntaron básicamente a incrementar la oferta de dólares en el corto plazo, al abrir una “ventana fiscal” con la rebaja de 3 puntos por 90 días de las retenciones a la soja. Por otro lado, se buscará alinear la tasa de interés que pagan los bancos a los ahorristas (empresas y particulares) a un valor en el que no pierdan frente a la inflación, como hasta ahora, y se vean tentados cada vez más a correr a los “dólares alternativos” ante las expectativas de devaluación.
Para ello, el Ministro Guzmán anunció que el Tesoro Nacional emitirá títulos que ajustan por la cotización del dólar oficial (dolar linked) .
Adicionalmente, el BCRA anunció un cambio en la estrategia cambiaria. Abandonará el mecanismo de devaluación “uniforme” del dólar oficial. Consecuentemente, dejará que el tipo de cambio oficial se mueva más rápido. El primer día subió 70 centavos, intentando “achicar” la brecha cambiaria.
El paquete de medidas no tuvo el “debut” esperado por el equipo económico. El viernes pasado el dólar oficial subió 70 centavos , como lo anticipó el propio Miguel Pesce. Sin embargo, la brecha cambiaria en vez de “achicarse” se incrementó . El “dólar blue” o informal llegó a 150 pesos (subió 3 pesos el viernes). Hoy lunes se mantuvo en ese valor. La brecha cambiaria con el dólar blue llegó así al 94% .
Pero también se amplió la brecha del oficial con el dólar “contado con liquidación”, en el que se dolarizan las empresas y los inversores con activos en pesos en el sistema financiero. El viernes, el Banco Central vendió bonos en dólares en su poder tras el canje de deuda para evitar una suba mayor y hoy lunes también volvió a hacerlo. Aún así, el “contado con liqui” cerró en 149,55 pesos, después de haber superado ampliamente los 150 pesos, un termómetro del pánico que existe entre algunos agentes económicos a quedarse en pesos. También casi 95% de brecha con el dólar oficial.
Según fuentes de mercado, el viernes el BCRA habría vendido 150 millones de dólares, aunque en la entidad aseguran que fueron algo menos. Como sea, un nivel imposible de sostener en el tiempo un Banco Central que cuenta con sólo U$S 6.000 millones de reservas netas, siendo más de la mitad oro. El viernes no hubo prácticamente oferta de dólares de los exportadores, entre otras cosas, porque insólitamente no fue publicada en el Boletín Oficial la resolución de baja de retenciones anunciada el día anterior por Guzmán y que recién se formalilzó en el día de hoy.
Este lunes apareció la oferta de dólares de la exportación y el Banco Central sólo habría vendido unos U$S 10 millones. Aún así las reservas bajaron otros 82 millones, probablemente porque continuó la salida de depósitos en dólares.
Las medidas fueron en la dirección correcta, ya que buscan incrementar la oferta de dólares y desalentar la demanda dando mayores incentivos a los ahorristas en pesos. Aunque lucen escasas parar torcer la dinámica de la crisis y se aplicaron tardíamente.
Por eso, en el Gobierno ya preparan otro paquete de medidas para los próximos 10 días en un intento por frenar las expectativas de devaluación y la corrida cambiaria.
Primero, en cuanto a la liquidación de las cerealeras, se espera que tras los anuncios de reducción de la alícuota de retención de la soja de 33% a 30% (y la alícuota diferencial entre industria y la producción primaria), en el último trimestre del año, la liquidación del complejo sojero aporte unos 3.500 millones de dólares.
El BCRA, seguramente, subirá la tasa de interés para depósitos a plazo fijo (actualmente de 33% anual para depósitos menores a un millón de pesos y 30% anual para depósitos mayores a un millón de pesos). Resta saber si lo hará directamente moviendo la tasa de interés de referencia de la política monetaria (Letras de Liquidez) o vía una suba de las tasas de interés mínimas garantizadas para depósitos a plazo fijo en pesos.
El BCRA complementará la suba de tasa de interés y la aceleración en la tasa de depreciación del tipo de cambio oficial, con una mayor intervención en el mercado de los “dólares alternativos” para intentar que no se amplíe aún más la brecha cambiaria.
El riesgo de utilizar esta operatoria de venta de bonos por parte del Banco Central es que la deuda pública (en dólares) “en manos” del BCRA (intra-sector público) pasará al sector privado. Esto es similar a endeudarse a una tasa de interés de 14%/ 15% anual en dólares para contener el frente cambiario. Una tasa ruinosa. El stock de bonos canjeados por el BCRA es de u$s6.000 millones a precios de mercado actual (con paridades menores a 45 dólares por cada 100 de valor nominal).
Si no hay un plan detrás que reduzca la incertidumbre, es una política de patas cortas, que puede derrumbar aún más el precio de los bonos, disparar el riesgo país y generar todavía más desconfianza.
El Gobierno avanzará también con un decreto que permita a las petroleras mantener un proporción de los dólares que cobran por exportaciones sin liquidar en el mercado local. La medida apunta a que esas empresas (empezando por YPF) tengan disponibilidad de dólares para afrontar sus vencimientos de deuda, además de apostar a potenciar al sector como una fuente de divisas. Además, se relanzará el plan GAS, también con el mismo sentido.
Al mismo tiempo, acorralado por la crisis, el Gobierno quiere apurar la negociación con la misión del FMI que aterrizará en las próximas horas en el país, no sólo para cerrar un acuerdo que postergue los pagos de los U$S 44.000 millones deuda que contrajo la administración (concentrados en 2022 y 2023) sino también para dar una señal al mercado de que busca en alguno momento encarrilar el megadéficit fiscal financiado con emisión monetaria.
Esta claro que el primer anuncio de medidas fue insuficiente y que llegó tarde. El ministro Guzmán perdió la oportunidad para dar una señal más fuerte de cuál será el sendero de convergencia fiscal y de reducción de la emisión monetaria en una economía que en la que sobran pesos y faltan cada vez más dólares.
Pero además hay que atacar el problema de fondo: la incertidumbre total, la desconfianza que genera la idea de que “puede pasar cualquier cosa”.
Para eso, son claves tres elementos fundamentales:
- Dejar de meterle “ruido” desde la política a una coyuntura económica de crisis total: la reforma judicial, el avance sobre la Corte Suprema, el fallido intento de expropiación con Vicentín, el Súper Cepo con feriado cambiario, las ideas y vueltas con empresarios (de amigos a enemigos), las acusaciones desde el kirchnerismo duro, la pelea con el campo, o los llamados a “dejar de especular” a los que compran 200 dólares, son algunas muestras. Habría que dejar de lado toda esa “ebullición política” por algunos meses, hasta que se despeje para bien o para mal tanta incertidumbre.
- Es fundamental marcar un sendero de convergencia fiscal: cómo será el camino para achicar el mega déficit fiscal de este año (provocado por la pandemia y la cuarentena), financiado hasta ahora con 1,7 billones de pesos de emisión monetaria del Banco Central para el Tesoro.
- La negociación con el FMI puede ser una oportunidad si se busca alinear las expectativas y se tiene en claro qué se busca. Está claro que habrá buena disposición del organismo para postergar los vencimientos de deuda. Pero la cuestión es si se usará o no al Fondo para validar un sendero de reducción del déficit fiscal. Guzmán se resiste a modificar la pauta de 4,5% del PBI de déficit fiscal para 2021 incluida en el Presupuesto 2021, financiada en un 60% por emisión monetaria. Pero tal vez deba revisar los números si no quiere un dólar y una inflación mayor, que licue lo que la política no ordenó después de la pandemia.
El Gobierno tiene cada vez menos margen. La convocatoria, una vez más, al acuerdo económico y social con empresarios y sindicalistas es otra señal de que en la Casa Rosada empiezan a comprender lo delicado de la situación. Habrá que ver si se está a tiempo de evitar el escenario de otra devaluación “desordenada” con el consecuente impulso inflacionario, que agravaría la crisis económica y social.