Caputo, el síndrome Aranguren y los dólares de los argentinos

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“Los extranjeros creen más en Argentina que los argentinos mismos”, admitió en el Congreso el ministro de Finanzas Luis Caputo. “El argentino es más escéptico, es una realidad con la que tenemos que convivir”, agregó. Los propios datos oficiales lo ratifican.  
A diferencia de lo que habitualmente se cree, Argentina tiene una “posición acreedora” frente al resto del mundo, en lugar de deudora. Los argentinos poseen más dólares que los dólares que el país le debe al mundo.   Así lo define el informe de “Balance de Pagos” del Indec (que contabiliza todas las transacciones que realizan residentes en el país con el resto del mundo):  “La posición de inversión internacional neta es un estado contable estadístico que representa el saldo financiero del país frente al resto del mundo al final del período de referencia. Surge de la diferencia del valor de mercado de los activos financieros y pasivos externos  (en dólares) de residentes”. Si este saldo “es positivo denota una posición acreedora frente al resto del mundo y un saldo negativo una posición deudora”.

  Para el cuarto trimestre de 2017, ese saldo era positivo. Es decir, Argentina tenía una “posición acreedora” frente al resto del mundo de U$S 22.500 millones. (Aunque el saldo se redujo notoriamente frente a los U$S 53.140 millones del primer trimestre de 2016, como consecuencia del acelerado aumento de la deuda externa).

  El problema es lo que podríamos denominar el “síndrome Aranguren”: “todavía tengo la plata en el exterior, a medida que recuperemos la confianza veré el momento de repatriarla”, se sinceró el ministro de Energía. La mayor parte de los dólares en poder de los argentinos está fuera de la Argentina. Y esa tendencia, en lugar de revertirse o atenuarse con el Gobierno de Macri, sigue creciendo.   
  Según los últimos datos del Indec, los argentinos resguardan en el “exterior” u$s 238.842 millones, unos U$S 26.713 millones más que a fines de 2016 y si la comparación se realiza con el primer trimestre de 2016 son casi U$S 30.000 millones más. En realidad son dólares fuera del sistema financiero local porque una parte –se estima el 20%–  estaría en cajas de seguridad o en los “colchones”. El blanqueo de capitales del 2016, por U$S 116.800 millones (80% de activos en el exterior), implicó la “repatriación” de una mínima fracción de fondos que como se ve no compensó la fuga de los últimos dos años.   
  Esos “activos financieros” (inversiones de cartera, depósitos y cash) de argentinos fuera del sistema local son por sí solos mayores que todo el endeudamiento público y privado del país con acreedores extranjeros, que a fines del año pasado ascendía a U$S 232.952 millones. Dentro de este monto, la deuda externa del Tesoro nacional alcanzaba a U$S 142.375 millones, con un crecimiento de U$S 50.846 millones (55% más) desde el inicio de 2016.  
  A  los “activos financieros” de residentes fuera del país habría que sumarle, para fines de 2017, U$S 40.942 millones de “inversiones directas” de argentinos en el exterior, lo cual incluye activos de las (pocas) filiales de empresas nacionales en el exterior y muchas propiedades de residentes en lugares tales como Punta del Este, Miami, Nueva York, Santiago de Chile y las principales ciudades europeas, entre otros destinos. Un stock que no crece tan rápido: aumentó U$S 2.800 millones en los últimos dos años.
  Si a la cuenta de los activos financieros y físicos de residentes en el exterior (casi U$S 280.000 millones) se adicionan las reservas del Banco Central (U$S 55.000 millones para fines de 2017) se llega a la totalidad de “activos dolarizados” de “los argentinos”:   U$S 334.840 millones. Del lado del pasivo del estado contable en dólares del país el principal rubro es, como ya se dijo, el endeudamiento público y privado externo. Y también se contabiliza el stock de todas las inversiones directas de empresas extranjeras con filiales en el país. En total, U$S 312.340 millones.   
  En su afán por justificar el temor de Aranguren por sus ahorros personales, el Gobierno no debería tomar como un dato intrascendente que crezca el endeudamiento externo mientras cada vez más dólares de argentinos se acumulan en el exterior. Por dos motivos.
  Primero, porque esa tendencia a la dolarización de ahorros es estructural. Mientras que el financiamiento disponible es coyuntural y depende de factores del escenario internacional que Argentina no controla, como es la tasa de interés de referencia en Estados Unidos. “El riesgo es la dependencia del ahorro externo en lugar del ahorro interno, como sucede en Brasil. El riesgo de que pase algo en el mundo, alguna guerra comercial u otra cosa”, reconoció Caputo. El año pasado la “formación de activos externos”, la demanda de dólares de los argentinos que salen del sistema, llegó a U$S 22.000 millones (el stock acumulado afuera creció más porque devengan intereses y otras rentas), un pico similar al de 2011, el año en que Cristina terminó instaurando el cepo. ¿Qué sucedería con el dólar si mermara el ingreso coyuntural de dólares financieros –emisión de títulos de Nación y provincias, préstamos y entrada de capitales de corto plazo? ¿A qué precio del dólar los argentinos con capacidad de ahorro estarían dispuestos a aflojar la demanda por atesoramiento o fuga?
  Segundo, la magnitud del ahorro argentino en el exterior empequeñece cualquier cifra con la que pueda fantasear sobre la llegada de inversiones extranjeras al país. Para tener una idea, según el Indec, el stock de todos los activos de las multinacionales que operan en el país se estima en unos U$S 75.000 millones, un tercio de los fondos líquidos de argentinos en el exterior. Y la entrada de fondos frescos por vía de las inversiones directas en los últimos años no superó los U$S 2500 millones anuales.  
  Si algún Gobierno lograra que los argentinos volvieran a confiar una porción de esos recursos en el país se desataría efectivamente la añorada “lluvia de inversiones”. Además de crearse un mercado de capitales local suficiente para garantizar el financiamiento del sector público y la expansión de las empresas nacionales de una economía en crecimiento.
  Para ello el ministro Caputo dice que habrá que esperar un buen tiempo. Por ahora, entre los argentinos con ahorros, ni siquiera el ministro Aranguren, tras dos años de gestión, está convencido de que Argentina no repetirá en un futuro cercano los descalabros recurrentes de las últimas décadas.