Mauricio Macri salió a navegar por el Nahuel Huapi. Volvió a jugar al fútbol ya sin secuelas de la operación de su rodilla derecha, practicó tenis, pádel y golf y aprovechó para leer y acostarse más tarde de lo normal. El Presidente disfruta de sus vacaciones y las alarga, aunque en su entorno dicen que vive atado al teléfono y que chatea y habla con ministros y funcionarios como si estuviera en Buenos Aires. “Eso de creer que si no está en la Casa Rosada no puede gobernar o que delegó el poder en algún funcionario es anticuado”, aclaran los cultores de lo que ellos mismos llaman la “nueva política”. Lo cierto es que el Presidente diseñó un raid de reuniones con gobernadores, funcionarios y diputados para antes de iniciar el regreso de sus vacaciones de Villa La Angostura.
Este miércoles, a las 17, tiene agendado una hora de charla con el ministro del Interior, Rogelio Frigerio, que viajará especialmente para repasar los principales temas de la gestión. Macri quiere explorar con él, además, una suerte de acuerdo de gobernabilidad parlamentario para este año, con eje en la Cámara de Diputados, donde a fines del año pasado Cambiemos sufrió algunos dolores de cabeza, más allá de la sanción del paquete de leyes económicas. “Seguimos buscando interlocutores en esa Cámara”, admiten en Interior. “Es necesaria la aparición de un Pichetto, alguien en el que aun en las diferencias se pueda confiar y que ordene”, admiten en el Gobierno.
En el macrismo no niegan que se enfrió la discusión por la reforma laboral, pero será difícil sacársela de la cabeza al jefe de Estado. “La quiere sí o sí. Está al frente de ese proceso”, cuentan quienes hablan con él por estos días. Por ahora, las espadas legislativas del oficialismo han podido convencerlo de demorar la movida. Las espadas legislativas del macrismo ven hoy muy lejos el consenso que necesitan con la oposición y la CGT