Artículo publicado en El Cronista Comercial el 11.11.15
Esta vez la ‘Macri-devaluación’ no es una fantasía más de la gastada campaña del miedo kirchnerista. El propio candidato de Cambiemos dijo que piensa levantar el cepo al dólar al día siguiente de asumir para ‘sincerar un único dólar’. Y Alfonso Prat Gay, su eventual ministro de Economía, explicó que eso significa que el “dólar caro (el blue) bajará y que el dólar barato (el oficial) subirá”.
El ‘efecto Macri’ provocó un descenso del dólar blue, que ayer cerró a $ 14,70. Macri dice que con dólar único el blue a $ 16 es caro, las encuestas lo muestran con chances de ganar, y los sectores de clase media que compraron más de 450 millones de dólar ahorro en los primeros 6 días del mes escuchan ese mensaje.
Con datos al 3 de noviembre, la base monetaria (el dinero en el bolsillo de los argentinos más cuentas a la vista) era de $ 560.592 millones, contra u$s 26.877 millones de reservas ese día. Sin cepo, si todos los argentinos corrieran con sus pesos a comprar dólares, el Central solo podría entregarlos a una paridad de
$20,85. Una luz roja en el tablero. Si bien ya no regía más la convertibilidad, en la era K hasta que se instrumentó el cepo, siempre hubo dólares en las reservas como garantía de la base monetaria al tipo de cambio oficial. En agosto de 2006, el Central contaba con las mismas reservas que hoy, pero para respaldar solo $ 70.000 millones que podía canjear a un tipo de cambio de $ 2,60. A fines de octubre de 2011, esa relación era $ 4. Desde el cepo, con la emisión descontrolada para cubrir el déficit fiscal y la persistente sangría de reservas, el dólar blue se alineó -en promedio- alrededor del llamado ‘dólar de convertibilidad’.
Que el dólar paralelo caiga muy por debajo del dólar cobertura tal vez sea un indicio de que, sin cepo y con un plan, a un Gobierno de Macri no le faltarían tantos dólares. Al que le faltan hoy dólares es al Banco Central, no a los argentinos. Se estima que sólo en cajas de seguridad o en el ‘colchón’, hay más de u$s 50.000 millones, el doble de las reservas.
El problema de la ‘Macri devaluación’ es otro. El riesgo es que un salto cambiario del 40% en el oficial (de $ 10 a 14, digamos) se traslade en su mayor parte a los precios. En el equipo de Macri afirman que los precios de la economía ya están fijados a un dólar superior al oficial, de entre $ 13 o 14. Y que ese sinceramiento no debiera suponer un envión inflacionario adicional. Sin embargo, más de 45.000 millones de dólares en importaciones se realizaron este año al tipo de cambio oficial y esa misma cotización se toma para las exportaciones de alimentos.
En los últimos 34 años, hubo 8 grandes devaluaciones, cuyo traslado a precios en promedio fue cercano al 50% en un plazo de 6 meses a un año. Un ejemplo fue la devaluación de Kicillof de enero de 2014: 26% de suba del dólar y 13 puntos más de inflación (del 25 al 38%). La excepción fue la devaluación que clausuró la convertibilidad: el dólar se estabilizó 200% más caro y en 2002 la inflación fue de solo 40%. Pero entonces el desempleo y la recesión más profunda de la historia frenaron las remarcaciones.
Una ‘devaluación exitosa’ (e inédita) sería lograr una suba del dólar que no disparara la inflación más allá del 25 o 30%. El país se abarataría en dólares para impulsar exportaciones y producción nacional (mientras se encarecería para los argentinos que viajan al exterior), sin golpear el poder adquisitivo de los salarios en pesos.
Los economistas de Scioli ofrecen ‘gradualismo’ -devaluar más lento- para salir del atraso cambiario. Sin una buena cantidad de dólares frescos, con cepo, eso significaría un dólar blue más alto que el actual y más presión devaluatoria. Scioli asegura que acordó u$s 20.000 millones con China, Brasil y organismos internacionales para financiar la transición. Pero si fuera así ya los hubiera aprovechado Cristina. El plan S es más ‘Buitre dependiente’: despejar rápido el escollo Griesa para conseguir dólares vía emisión de deuda en el mercado de capitales. Sin embargo, si esos dólares no llegaran a tiempo, el desenlace sería la devaluación abrupta que el oficialismo denuncia en campaña.
A propósito, vale recordar que la inexorable devaluación con que asumirá el próximo Gobierno es obra de Kicillof, que aplicó la receta clásica en años electorales a falta de una política consistente: vender reservas baratas y abusar del dólar oficial como única ancla de la economía (subió solo 11% en 2015), para desacelerar la inflación (al 25% anual) y conseguir que los salarios aumenten por arriba de los precios y el dólar.
El Gobierno ya había recurrido a esa fórmula en 2011 y 2013. Tras la elección de 2011, llegó el cepo cambiario. Como aún quedaban reservas, el Banco Central hizo ‘gradualismo’, acompañando desde atrás la inflación con la devaluación (el dólar pasó de $ 4 a $ 6,50) hasta fines de 2013. Para esa elección, en la que Massa sepultó el sueño de Cristina eterna, el Central vendió u$s 13.000 millones (u$s 9000 millones fueron gastos de turistas argentinos en el exterior, como en los viejos tiempos de la ‘plata dulce‘ de Martinez de Hoz y Cavallo). Cristina decía entonces “si quieren devaluar tendrán que esperar al próximo gobierno”. Pero 2015 quedó demasiado lejos. Llegó la devaluación sin plan de Axel y el ajuste recesivo, con inflación del 38% y salarios al 30%.
En el último año, Kicillof logró revivir la receta del atraso cambiario -con el agravante de Brasil y todos los países de la región devaluando- gracias al swap con China, que le permitió liquidar a ‘precios cuidados’ los últimos dólares contantes del Banco Central. En 2015, entre dólar ahorro y turismo en el exterior, se irán más de u$s 12.000 millones baratos a los bolsillos de unos 3 millones de personas de clase media y media alta.
Semejante liquidación de final de ciclo quedó disimulada con el préstamo de China. Al 31 de diciembre pasado, las reservas ascendían a 33.250 millones y los yuanes chinos alcanzaban a u$s 2900 millones (9% del total). Hoy de los 26.400 millones de reservas, los yuanes suman u$s 11.500 millones (44% del total). A esa cuenta se le deberían restar los pagos a acreedores bloqueados por Griesa (u$s 2.200 millones), los depósitos privados contabilizados como reservas (u$s 8800 millones), los DEG del FMI en el Central (u$s 2842 millones), entre otros rubros a los que sería polémico echar mano si se pretendiera seguir rematando divisas para aferrarse al dólar oficial. Cristina vació el Banco Central.
Macri o Scioli solo encontrarán un sendero de ida. El mayor riesgo que enfrentan es repetir la experiencia Kicillof e inaugurar otro año más con alta inflación y estancamiento.