La licuadora sobre jubilados puede tener un impacto mayor que el paquete fiscal

El mes de enero cerró con varios puntos positivos para el Gobierno: acumulación de reservas (U$S 3.270 millones), acuerdo con FMI y desembolso por U$S 4.700 millones y la colocación del Bopreal (deuda de importadores) por U$S 5.000 millones. Adicionalmente, las consultoras privadas estiman que la inflación de enero estará por debajo de 20% mensual y la brecha cambiaria se mantuvo por debajo del 60%. Sin embargo, el ajuste fiscal – que es central para el plan del Gobierno- está en dudas. El ministro Caputo, la semana pasada quitó el capítulo fiscal de la discusión en el Congreso y esto incrementa la incertidumbre de cómo se llegará a déficit fiscal cero en el 2024. Esto es clave, ya que es la única ancla de expectativas en la transición hacia un plan de estabilización. El Gobierno necesita un puente hasta abril que llega a la “cosecha gruesa” pero es necesario cruzar febrero sin sobresaltos.

El arranque del año 2024 tuvo algunas cuestiones positivas para el equipo económico de Milei. El BCRA cerró el mes acumulando reservas por U$S 3.270 millones – récord para ese mes en los últimos 20 años- y ya lleva registradas compras netas por más de U$S 6.130 millones desde la devaluación del 13/12.

Además, el FMI tuvo una señal de apoyo con el Gobierno, aprobó la séptima revisión del acuerdo y desembolsó U$S 4.700 millones. Por otra parte, pese a tener un mal comienzo, el Bopreal – bono que se colocó a los importadores que tenían deudas comerciales con proveedores del exterior-, logró acumular colocaciones por U$S 5.000 millones en las licitaciones del BCRA.

Los datos de las consultoras privadas están marcando que la inflación del mes de enero se ubicaría por debajo del 20% mensual por debajo de los esperado por el mercado (el último REM- relevamiento de expectativa de mercado- del BCRA fue de 25,5% para enero).

Por último, la brecha cambiaria que comenzó con un pico de casi 60%. Terminó el mes entorno al 51% – diferencial entre el dólar contando con liquidación y el dólar oficial-.

El mes de febrero luce muy desafiante para el Gobierno. Ya que hay algunos factores que pueden complicar la situación cambiaria y financiera, siendo una amenaza para el proceso de baja de la inflación con el riesgo de profundizar la recesión.

En primer lugar, la demanda de pesos estacionalmente cae en el mes de febrero. Esto puede traer una mayor presión sobre los dólares financieros. Algo que en los primeros dias del mes no se observa.

Asimismo, el dólar oficial continúa atrasándose contra la inflación. La cotización de cierre del mes de enero se ubica por debajo de los $600 en pesos -si lo ajustamos por el índice de tipo de cambio real multilateral – desde los $800 del 13/12 tras la devaluación. Ante un dólar más atrasado y precios internacionales de commodities más bajos, es probable que la oferta de agro dólares en el mercado de cambios se reduzca y le cueste más al BCRA continuar con el proceso de acumulación de reservas internacionales.

Esto último, se puede complicar más si consideramos que el cepo importador se va a ir levantando paulatinamente y se sumara más demanda de importadores en el mercado cambiario. Ante un escenario con un BCRA que deja de comprar reservas, hay que ver que reacción tienen los dólares financieros y si se alimentan las “expectativas de devaluación”.

¿HAY ANCLA FISCAL?

En los números del Ministro de economía a fin de 2023 se estimaba que el déficit primario era de 3% del PBI y el déficit total de 5,2% del PBI.

Sin embargo, la herencia fiscal fue mayor, los datos oficiales finales del 2023 muestran que el déficit financiero total terminó siendo de 6,1% del PBI. Es decir, 0,9 puntos del PBI superior al calculado por el equipo de Caputo cuando asumió Milei. Aunque algunos –como la consultora Eco Go de Marina Dal Poggeto– plantean que el Ministerio de Economia incluyó en ese cálculo del déficit financiero la cancelación de adelantos transitorios del Tesoro al Banco Central-

La “brecha fiscal” en el plan original de Caputo se cerraba por baja del gasto público (60%) y por incremento de impuestos (40%).

En la última conferencia de prensa del ministro Caputo, comunicó que se quitó de la “Ley bases” el tratamiento del capítulo fiscal.

Con ese cambio hay un 1,4% del PBI de recursos que se iba a obtener del aumento de impuestos que quedó excluido. Entre las partidas afectadas se encuentran, los derechos de exportación ( 0,5% del PBI), reversión del Impuesto a las Ganancias (0,4% del PBI) y el ítem del impuesto a los bienes Personales, moratoria y blanqueo (0,4% del PBI). Si sumamos el incremento del déficit financiero (de 5,2% a 6,1%) y le sumamos el 1,4% de impuestos que cedió el Gobierno. El “agujero” a cubrir es cercano al 2,3% del PBI. Si tomamos el cálculo original del déficit financiero, la brecha es de 1,4% del PBI.

La gran pregunta es cómo van a compensar esta merma de recursos. ¿Milei va con la “motosierra” o con la “licuadora” o con más impuestos? Es decir, va a recortar más otras partidas del gasto, va a dejar que la licuación via inflación hagan el “trabajo sucio” o subirá más la presión fiscal.

Una de las alternativas es que Milei termine haciendo un mix de medidas ( ecorte de gasto, licuación y suba de impuesto).

El ajuste que ya está sucediendo, y permitirá achicar el déficit fiscal, es la licuación de las partidas de jubilados y pensionados y salarios estatales.

Los haberes de la jubilación mínima en diciembre, enero y febrero van a cobrar el mismo monto (haber mínimo $105.700 más el bono de 55.000 pesos). Es decir, en términos nominales no van a subir y la inflación estimada para ese trimestre esta entre 70%/80%.

De hecho, según cálculos de Eco Go, si se mantuviera la actual fórmula de indexacción jubilatoria, el ahorro del gasto previsional en términos reales sería para pare el Tesoro de 1,8% del PBI, mas que compensando todo el paquete fiscal. Mientras que si se indexara con una una fórmulas las jubilaciones con la inflación mensual desde enero pasado aún asi el recorte del gasto previsional sería de 1,3% del PBI, casi equivalente a todo el paquete fiscal. De hecho, en ese caso, el gasto previsional total caería del 6,7% del PBI en 2023 a sólo 5,4% del PBI este año. Una licuación feroz: en 2019 era 8,7% del PBI y en 2020, con la pendemia, había alcanzado el 9,6, lo mismos que en 2016.

Además, los estatales nacionales también sufrirán una licuación. Ya se anunció que el ajuste de la paritaria de enero es del 16%  y es muy probable que continúen creciendo por debajo de la inflación.

Además, en febrero se subirá el impuesto a los combustibles que implica un incremento de 10/15% en el precio final en el surtidor.

Una alternativa que podría incrementar el conflicto con las provincias es achicar más las trasferencias a las provincias (que representan un 0,7% el PBI) y el Gobierno quería reducir en 0,5% del PBI. Pero todo indicata que el recorte podría ser total-

La obra pública representa un  1,7% del PBI y en los números de Caputo se recortaría un 0,7% .Pero podría tener un recorte mayor a 1% del PBI.

Y aun falta el ajuste de subsidios económicos, especialmente de electricidad y gas , que en el cálculo del Ministro se reducía en un 0,7% del PBI .Y es probable que el ajuste sea mayor si continuar con la idea de cerrar el déficit fiscal total.

Según información periodística, en enero, el Gobierno habría logrado un superávit fiscal total – incluye el pago de intereses de la deuda- por un monto superior a un billón de pesos. Asimismo, la Anses también registraría excedentes financieros por más de $500.000 millones de pesos.

Estos resultados positivos permiten iniciar el año con un cierto respaldo de expectativas, un factor clave para controlar la brecha cambiaria. Cabe destacar que, al trascender estos sólidos indicadores fiscales, los bonos soberanos en dólares (bonares y globales) registraron aumentos que oscilaron entre el 1% y el 4,1%, mientras que el riesgo país “perforó” la barrera de los 1.900 puntos básicos.

El Gobierno está en el medio de una jugada política. Necesita primero que se apruebe la Ley de Bases y luego impulsar las leyes y medidas necesarias para ajustar las cuentas fiscales (esta última es clave para el plan de estabilización) de manera más permanente. Pero mientras tanto la licuadora a toda potencia está haciendo el trabajo.

Para que el anclaje de las expectativas funcione debería realizar un ajuste fiscal sostenible no via licuación -como ya venía teniendo gran parte de las partidas del gasto en la gestión anterior- ni tampoco cerrar la brecha fiscal con “impuestos transitorios” – con incentivos a renovarlos in eternum -. Si no se hace un ajuste estructural, que sea sostenible en el tiempo, el ancla de expectativas se comenzará a deteriorar y eso directamente se reflejara en mayor brecha cambiaria y mayor presión inflacionaria.