Desacelerar la inflación y mantener el nivel de actividad: cómo resolver el dilema

Las principales consultoras y bancos anticipan un escenario de estanflación en 2023. Después de 2 años con crecimiento y alta inflación (rebote post-covid del PBI de 10,3% en 2021 y un +5% proyectado para 2022) la economía vuelve chocarse con la inflación alta con estancamiento/recesión. Existe un consenso amplio que variación del PBI será prácticamente nula o caerá respecto a 2022 (pocas consultoras y bancos  asignan un crecimiento mayor al 1,5%). Sin embargo, el Ministerio de Economía apuesta a que pueda mantenerse cierto nivel de actividad (2% de crecimiento del PBI) y hay una divergencia de pronósticos marcada en los números de inflación entre las consultoras privadas.

Algunas proyecciones incluyen escenarios más explosivos con inflación arriba de 130 % (incluyen saltos discretos del dólar oficial) y otros muestran una “desinflación” alineada con las proyecciones del presupuesto 2023 cercanas al 60% anual. En nuestros cálculos, bajo un escenario base (sin disrupciones cambiarias) la tasa de inflación se ubicará entre 80% y 90% anual con un crecimiento del PBI prácticamente de 1% en 2023.  Bajo un “escenario adverso” al que le asignamos una menor probabilidad, la tasa de inflación sería mayor al 100% con una caía del PBI.

El Presupuesto Nacional 2023 proyecta un crecimiento del Producto Bruto Interno (PBI) del 2%, una inflación del 60% anual (contra el 99,7% que estima el Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) del BCRA para 2023) ; un dólar oficial de $269,9 para diciembre de 2023 y un déficit primario de 1,9% del PBI (en 2022 se proyecta en alrededor del 2,5%) compatible con los términos del Programa de Facilidades Extendidas (PFE) acordado con el Fondo Monetario Internacional (FMI).

Si observamos lo que ocurrió en el 2022 podemos aproximar cuales son los condicionantes (y los riesgos) para que la economía crezca y que la “brecha cambiaria” y la inflación no se vuelva a disparar.

En 2022, durante el primer semestre con el gasto público creció fuerte por encima de la inflación “fogoneando” la demanda interna y el BCRA abrió el grifo de dólares a importadores (especialmente en el segundo trimestre con pagos de importaciones en U$S 7.800 millones mensuales). Por eso, la economía creció más de lo esperado, en mayo y junio pasado el crecimiento interanual superaba el 7% (según el Estimador Mensual de la Actividad Económica –EMAE-).

Pero la contracara de este crecimiento fue que los dólares que se usaron para pagar las importaciones, faltaban en el BCRA. Así, las reservas netas no alcanzaban para cumplir con las metas del FMI.

Y además del “lado de los pesos”,  el mercado de deuda en pesos percibió la inconsistencia fiscal y dejo de prestarle al Tesoro Nacional, ya que lejos de ajustar las cuentas fiscales, Martín Guzmán, estaba profundizando el deterioro fiscal. Eso “dinamitó” la confianza de los inversores y ahorristas que colocaban sus pesos en cada licitación de la Tesorería Nacional. Esa dinámica desembocó en la crisis de la deuda en pesos y la salida de Guzmán.

En el segundo semestre del 2022, se observó lo contrario, la prioridad actual fue “engrosar” las reservas del BCRA. Por ello, se profundizó el “cepo importador” afectando a la actividad económica y generando “cuellos de botellas” en varios sectores económicos.

Del lado de los pesos, se realizó un fuerte ajuste en términos reales de las principales partidas del gasto público (subsidios económicos, obra pública, gasto social, transferencias a provincias, entre otras)  para llegar a la meta de 2,5% del PBI de déficit fiscal primario.

Para el año 2023 los condicionantes son dos: 1) la falta de dólares (acá entra en “juego” el impacto de la sequía, retención de la cosecha y el ingreso de dólares financieros de organismos internacionales) y 2) los riesgos de una corrida de los pesos a la “brecha cambiaria” o un “freno” del financiamiento  en pesos al Tesoro Nacional.

Para esto último, Massa deberá seguir cumpliendo con el sendero fiscal delineado en el acuerdo con el FMI. Es clave que el Ministro de Economía no ceda ante las “demandas electorales” a medida que se aproximen las PASO y no se vuelvan a desequilibrar los números fiscales. En caso contrario, se incrementa la probabilidad de una nueva corrida cambiaria como la que sufrió Guzmán en junio pasado.

PRONÓSTICOS 2023

Se publicó el reporte de Focus Economics Forecast que consolida (mensualmente) para cada país los pronósticos económicos de principales consultoras y bancos de inversión (locales y extranjeros). Entre las variables relevantes se publican los pronósticos de crecimiento del PBI (consumo, inversión, exportaciones, etc), inflación y dólar.

Respecto del crecimiento económico existe un consenso que la economía va a desacelerar el nivel de actividad. Prácticamente la mayoría de las consultoras no proyectan una tasa de crecimiento mayor al 1,5% del PBI en 2023. El FMI  proyecta un 2% de crecimiento para 2023.

Las que tienen escenarios más adversos, son las consultoras locales, con números entre -2% y -2,5% . En el extremo, FIEL proyecta una caída del PBI -2,5%, seguida por EcoGo ( ex Bein) con -2,3% ; Banco ITAU y Banco Galicia pronostican una caída de -2%.

Las consultoras ABECEB (0%), Empiria (Lacunza)  (-0,1%) e Invecq (0%) plantean un estancamiento en los actuales niveles de actividad.  En tanto  las consultoras, LCG (+0,9%); Ecolatina( +1,4%) y Analityca (1,2%) son un poco más optimistas.

En lo que hay más dispersión es en los pronósticos de inflación. Esto marca un nivel elevado de incertidumbre macroeconómica y también política.

Para el banco Crédit Suisse la inflación de 2023 cerrará en 60,1% interanual (prácticamente lo mismo que fija el Presupuesto 2023). El banco de inversión internacional JP Morgan sorprende con un pronóstico de 57% de inflación en 2023.

En tanto, consultoras locales prácticamente duplican a estos últimos pronósticos. La consultora Eco Go (Mariana Dal Poggeto) proyecta un 135,1% de inflación para 2023. CyT Asesores (Tiscornia) está viendo una inflación de 125,4% y Empiria de 125,6% para 2023.

En tanto,  Econviews (Miguel Kiguel) anticipa un  110% de inflación y FMyA (Marull) espera una suba del IPC de 101,9% para 2023.

Los bancos y consultoras con números más alineados a la  meta del Presupuesto 2023 , esperan un derrumbe muy fuerte en el consumo interno (recesión marcada) que termine “disciplinando” a los precios.

Este supuesto es muy fuerte para un año electoral en Argentina. Es muy difícil que el oficialismo priorice la baja en la tasa de inflación por sobre el consumo, la economía real y el empleo.

En tanto las consultoras locales que están en el otro extremo con una tasa de inflación arriba de 120%, probablemente están descontando un escenario que incluye un evento cambiario (un salto discreto del dólar oficial) que acelere la dinámica inflacionaria, impulsando por un desorden de la cuentas públicas en medio de la campaña electoral.

En nuestro escenario base, le asignamos una menor probabilidad a que se genere un evento cambiario por varios motivos. El ministro Massa sabe que el acuerdo con el FMI es su ancla de expectativas, el BCRA ha acumulado dólares con el  “dólar soja” y seguirá así hasta fin de año.

Además, Massa no ha tenido limitantes políticos (como si los tuvo Guzmán) a la hora de tomar medidas drásticas (contrarias al relato que hasta que estallo la crisis cambiaria en junio pasado y renunció Guzmán, exponía publicamente Cristina Fernández de Kirchner) para conseguir dólares, como el dólar soja, mientras avanza por un sendero de ajuste fiscal que hasta ahora no ha encontrado resistencia política.

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