Dólarización: ¿es viable para el caso argentino?

El régimen de inflación de argentina dio un nuevo salto,  los precios “corren” a un ritmo superior al 7% mensual (equivalente a 125% anualizado) y existe el riesgo de aceleración inflacionaria en lo que resta de 2023. Bajo este escenario, será inevitable que el próximo gobierno deba lanzar un programa de estabilización. No existe economía que pueda convivir con 3 dígitos de inflación por mucho tiempo. Javier Milei, candidato a presidente, tiene un proyecto para “dolarizar” la economía argentina y “solucionar el problema inflacionario rápidamente”. Actualmente, la inflación está en los temas que más le preocupan a la opinión pública y esto se refleja también en el avance en la intención de votos del diputado Milei en la carrera presidencial. Analizaremos ventajas, desventajas y viabilidad de la dolarización. Además, si es posible dolarizar con este nivel de reservas.

El candidato a presidente Javier Milei impulsa la propuesta de “dolarizar” la economía para eliminar rápidamente a la inflación. Los referentes que realizaron un libro “con los pasos a seguir” para el proceso de dolarización son los economistas Emilio Ocampo y Nicolás Cachanosky.

Existen pocos países en el mundo que eligieron eliminar su moneda local y adoptar al dólar como moneda de curso legal. En America Latina, los casos recientes de dolarización son Ecuador en el año 2000 y El Salvador en el 2001.

En concreto, los referentes del proyecto de dolarización de Milei creen que para Argentina que tiene una historia de inflación crónica (con dos hiperinflaciones -1989 y 1990-) el mejor remedio es la dolarización para terminar de raíz con el problema de la inflación.

A su entender, mantener la moneda local “viva”  es un riesgo elevado. Ya que otras opciones, sin eliminar la moneda local, le dejan abierta a los políticos la posibilidad de volver a usar la “maquinita” de emitir pesos del BCRA. Además, consideran que el peso es irrecuperable y que no hay margen para un nuevo fracaso en un plan anti-inflacionario. Así concluyen que la dolarización es una “solución extrema para un caso extremo”.

Si analizamos una de las ventajas de una dolarización es que muy probablemente la “desinflación” sea más rápida que en los casos que se mantenga la moneda local. En el caso de Ecuador, la inflación paso de 96,1% interanual en el año 2000 a 2,7% en el año 2004.

Además, al reemplazar la moneda local por una moneda dura, como el dólar estadunidense, se elimina el riesgo cambiario. Es decir, a partir de ese momentos todos se paga (se cobra) en dólares. No hay descalce de moneda, todas las operaciones se hacen en dólares.

Hay que tener en cuenta que con la dolarización el Gobierno se queda sin una fuente de financiamiento que es la emisión monetaria. Tiene que cubrir su desequilibrios fiscal con deuda pública o reduciendo el déficit fiscal.

Vale señalar, sin embargo, que en el caso de Ecuador, post-dolarización ya tuvo dos defaults de la deuda, porque al no lograrse cerrar el déficit fiscal, la fuente de financiamiento fue un salto del endeudamiento en dólares.

Las desventaja de la dolarización es que no soluciona el resto de los problemas: la falta de crecimiento económico, los problemas fiscales, los problemas de la deuda, los precios relativos (por ejemplo, tarifas), sistema previsional y del mercado laboral, entre otros.

Además, el atarse a una moneda de otro país implica que ante un shock (externo) no se puede usar el tipo de cambio como “amortiguador” del shock. Por ejemplo, ante una caída fuerte de los precios de las commodities de exportacion en un esquema de tipo de cambio flotante se depreciaría la moneda local y se “suavizaría” el impacto del shock en la economía real. La devaluación de la moneda local amortigua la caida de precios para el sector exportador, y atenuando la baja del valor de las exportaciones, al tiempo que con una macro ordenada esa devaluación no se traslada a los precios locales que además sufren el impacto de la caida a nivel internacional. Lo mismo sucede cuando la Reserva Federal sube la tasa de interés, los capitales salen de los países emergentes para refugiarse en los bonos del Tesoro de Estados Unidos (el famoso “vuelo a la calidad”), el dólar se aprecia y caen los precios de las materias primas de exportación, que cotizan en dólares. En esos casos, la mayoría de los países de la región (Brasil, Chile, Uruguay, Paraguay, Colombia, Perú, etc) devalúan automáticamente su monedas (sube el dólar ante la salida de capitales de la región), lo cual mejora su posición exportadora, compensa el menor ingreso de divisas, y reduce los impactos reales en términos de actividad y empleo.

Con una economía dolarizada el ajuste no puede realizarse a través del mercado cambiario, con la libre flotación de la moneda local frente al dólar, sino que el ajuste se traspasa directo sobre la economía real: ante el menor ingreso o la salida de dólares, el ajuste será por cantidades mediante una caida del nivel de actividad y el empleo, provocando a la larga –en teoría– una deflación de precios y salarios que recuperen la competividad de las exportaciones, para que la economía encuentre un nuevo punto de equilibrio expansivo. Obviamente, en el medio el camino es muy sinuoso porque implica ante esos shocks externos transitar una recesión y tensiones sociales mayores que las economías con moneda propia y tipo de cambio flexibles.

Por otra parte, la dolarización implica que para el sistema bancario se pierde al prestamista de última instancia. Cuando un país tiene moneda local el Banco Central aporta liquidez en caso que haya una corrida bancaria. Es decir, si la Argentina se dolariza debería contar con fondos propios (por 10.000 millones de dólares) para hacer frente a cualquier contingencia en el sistema bancario.

¿Es viable al dolarización?

Dolarizar implica retirar todos los pesos en circulación y canjear todos los depósitos en pesos por dólares. La pregunta clave es a qué tipo de cambio se canjearían los pesos.

Para hacer viable el proyecto de dolarización se necesitan dólares. Actualmente, las reservas netas del BCRA son solo U$S 1.500 millones. Y los pasivos totales del BCRA son 18,1 billones ( $9,6 billones de Leliqs , $3,37 billones de Pases y $5,1 billones de Base Monetaria). Es decir, hay 12.095 pesos por cada dólar disponible. Ahora si solo consideramos que se rescata la Base Monetaria (pesos circulantes más el efectivo de los bancos en el BCRA) hay $3.400 por dólar.

En otras palabras, para canjear la Base Monetaria a una cotización del dólar libre de 450 pesos (cercana a la actual), serían necesarios unos 11.500 millones de dólares. Mientras que si se canjearan la totalidad de los pasivos del BCRA (Base monetaria más Leliqs y Pases) serían necesarios unos U$S 40.000 millones. La necesidad de respaldar con dólares contantes y sonantes la totalidad de los pasivos no es menor, ya que si dolarizan los pesos depositados en los bancos por dólares es muy probable, dada la historia del 2001 del corralito, que los depositantes vayan a retirar los depósitos de los bancos, sólo para comprobar si es o no una estafa como la Convertibilidad, que había generalizado un sistema bancario con depósitos de “argendólares”, que no tenían ningún resplado en las reservas del BCRA, que sólo cubrían la base monetaria.

En el análisis, que realizan Ocampo y Cachanosky consideran que el BCRA tiene en el activo (además de las reservas netas) Letras Intransferibles(por U$S 77.000 millones nominales)   y Adelantos Transitorios ($6,7 billones) que podrían canjearse por títulos soberanos con legislación extrajera ( una operación similar la realizó Sturzenegger en diciembre de 2015 cuando fue presidente del BCRA) .

Actualmente tienen una paridad de 0,25 por dólar. Bajo el supuesto que un gobierno de Milei la confianza será mayor y el riesgo país baje aproximadamente 1000 puntos básicos, estos bonos canjeados le permitirían prácticamente obtener realizar el rescate de la base monetaria y los pasivos remunerados a la cotización del dólar contado con liquidación. Pero de nuevo esos bonos del Estado Argentino denominados en dólares no són dólares, sino una promesa de pago del Tesoro argentino al Banco Central. Los autores plantean que con esos bonos podría estructurarse un fideicomiso en el exterior, que garantice a liquidez en dólares ¿Por qué deberían confiar los depositantes de que ese es el respaldo de sus “dólares” en los bancos? En especial, siendo papeles de un Estado récord en historias de defaults, plan Bonex y otras violaciones contractuales. Además del peso en la memoria colectiva de la historia reciente de la explosión y el default de la convertibilidad cuando se acabaron los dólares para Argentina vía ingreso de capitales y endeudamiento.