En plena campaña electoral, el debate por las paritarias amenaza con traerle nuevos dolores de cabeza al gobierno nacional.
Después del ajuste de 2014, cuando los salarios perdieron entre un 5 y un 10 %, este año gremios y empresarios se aprestaban para compensar la caída del poder adquisitivo.
Sin embargo, la Casa Rosada parece reeditar la presión para impedir que los sueldos aumenten en el año electoral.
La directiva de Axel Kicillof y Cristina Kirchner es que los acuerdos salariales no superen el 25 %.
El Poder Ejecutivo no quiere que sindicatos poderosos como la UOM, Comercio y la UOCRA presenten los incrementos como una victoria.
Preocupado por el malestar sindical, el gobierno arrancó la semana jugando su carta para dejar sin argumentos los reclamos: la reducción del Impuesto a las Ganancias que anunció Kicillof para los que ganan entre 15 mil y 25 mil pesos en bruto.
Sin embargo, los dirigentes de la CGT oficialista de Antonio Caló se muestran tan o más preocupados que los gremios opositores.
Durante el fin de semana, el líder del sindicato de Comercio, Armando Cavalieri, afirmó que el ministro Kicillof le hace acordar mucho a Domingo Cavallo.
Hasta el propio Caló -obediente como pocos- tuvo que anunciar un paro de 36 horas con movilización en demandas de un aumento del 32 % para los metalurgicos.
En la ronda de paritarias del año electoral, la Casa Rosada sintoniza con la prédica más dura de sectores del empresariado , que piden un tope al salario.
Mientras desde el sindicato de Camioneros advierten que no firmaran un acuerdo por debajo del 33 %, gremios oficialistas y opositores discuten medidas de fuerza para tomar antes de las primarias abiertas de agosto.