La secuencia en la economía argentina es siempre la misma. La inflación persistente y elevada, acompañada de aumentos salariales, deja en algún momento atrasado al dólar, entonces tarde o temprano ese “dólar barato” se dispara. A partir de ese momento el traslado a precios es inmediato, acelerándo la inflación y dejando muy atrasado a los salarios, que pierden fuertemente poder de compra.
El gráfico, realizado con datos del BCRA y el Ministerio de Trabajo, indica que luego de la crisis de abril del 2018 el dólar aumentó casi un 100%, generando una aceleración de la inflación licuando el poder adquisitivo de los asalariados. Post devaluación cae la actividad económica, se reduce el consumo y la economía entra en recesión.
En comparación con el resto de los países de Latinoamérica el “pass-through”, es decir el traslado de la devaluación a los precios, es muy alto. Mientras países como Brasil, Chile o Colombia logran subir el tipo de cambio sin que se transfiera inmediátamente a los precios, en Argentina eso es algo imposible.
El gráfico también es claro con respecto a las expectativas de inflación: se enfría el dólar para que no suban los precios, luego se devalúa porque la moneda estadounidense quedó atrasada y se vuelve a disparar el IPC.
Un cuento que se repite con cada crisis.
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Amilcar Collante
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