Tras la etapa de flexibilización cambiaria, el foco de analistas y del propio FMI volvió a centrarse en un punto clave del acuerdo con el Gobierno: el nivel de reservas internacionales. Sin acceso al mercado voluntario de deuda en dólares, la evolución del stock del BCRA depende casi exclusivamente del calendario de vencimientos en moneda dura y de los desembolsos acordados con organismos internacionales y Repos (que consiga el Gobierno). Analizaremos el nivel actual y los vencimientos de deuda y los desembolsos esperados para los organismos Internacionales de crédito. Y finalmente cómo quedará el balance del BCRA a fin de 2025.
Las reservas internacionales del BCRA están lejos de alcanzar los USD 50.000 millones prometidos por el presidente. Por el contrario, todo indica que cerrarán el año en niveles muy similares a los actuales. Si se proyectan los compromisos de deuda con acreedores privados, el FMI y otros organismos multilaterales, y se contrastan con los desembolsos esperados —incluyendo un posible acuerdo de financiamiento vía Repo con bancos extranjeros y nuevas colocaciones de títulos como los Bonte 2030 suscribibles en dólares—, el saldo a fin de año reflejara poco avance en el “proceso de recapitalización” del BCRA.
Según nuestras proyecciones, entre mayo y junio se registrará ingreso de divisas para fortalecer las reservas alcanzado aproximadamente U$S 43.400 millones. Ese salto se explicará por una combinación de colocaciones de deuda – incluye emisión del Bonte 2030 ( o similar) por U$S 2.000 millones – , desembolsos de organismos internacionales -estimado en U$S 2.500 millones- y financiamiento vía repo por U$S 2.000 millones. -ver grafico –
Hasta fin de junio, estimamos que se realizará una nueva colocación de otros U$S 1.000 millones en deuda en pesos (a tasa fija probablemente y a suscribir en dólares), y resta tomar otros U$S 2.000 millones bajo la modalidad Repo (similar al efectuado en enero pasado).
Sin embargo, ese alivio será transitorio. Entre julio y septiembre, las reservas caerán más de USD 5.500 millones, sin nuevos aportes del FMI y con una fuerte amortización de vencimientos.
En el mes de julio, se concentra el “grueso” de los vencimientos en dólares hasta fin de año. El Gobierno deberá efectuar pagos de Bonares y Globales por más de USD 4.300 millones. Así, las reservas retrocederán fuertemente.
En Agosto y septiembre continuarán esta tendencia negativa, con pagos al FMI y organismos internacionales por casi U$S 2.000 millones, suponiendo que no se coloca nueva deuda en la previa a la elección legislativa.
En los meses de octubre y noviembre se espera una leve recuperación ya que no hay fuertes vencimientos en moneda extranjera. Y las reservas pueden logran estabilizarse en torno a los USD 37.000 millones, apuntaladas por un nuevo desembolso de U$S 1.000 millones del FMI. Cabe destacar que los desembolsos con el FMI están sujetos al cumplimiento de las metas acordadas con el organismo internacional.
El saldo final de 2025 mostrará a un Tesoro que reemplazó deuda privada por compromisos con el FMI y, en menor medida, por deuda en pesos suscribible en dólares, bajo condiciones especiales para los acreedores. Sin embargo, el nivel de reservas internacionales se mantendrá prácticamente igual al actual, sin lograr la recomposición que se había planteado como objetivo inicial.
El gran test llegará en enero de 2026, cuando vencen aproximadamente USD 5.000 millones, mayormente en bonos Globales y Bonares. En ese contexto, si la prima de riesgo país no se reduce a niveles que permitan recuperar el acceso al financiamiento externo, esos vencimientos deberán afrontarse en efectivo. Esto implicaría una nueva caída del stock de reservas brutas, que podría retroceder hasta los USD 33.000-34.000 millones.
Este panorama deja al Banco Central en una posición todavía frágil, a menos que se anuncie un programa creíble de acumulación de reservas que actúe como blindaje frente a eventuales shocks externos y amplíe el margen de maniobra de la política económica.
Pese a los discursos oficiales que minimizan la importancia de engrosar las reservas, la experiencia regional sugiere lo contrario. En los países que lograron estabilizar sus economías y consolidar procesos de desinflación sostenidos, la acumulación de activos externos fue clave para sostener la confianza y la estabilidad macroeconómica. Las reservas internacionales funcionan como un seguro frente a tensiones financieras o episodios de volatilidad global.
Argentina, en cambio, avanza hacia fines de 2025 con reservas brutas proyectadas en torno a los USD 38.200 millones, equivalentes a apenas el 6,4% del PBI, el nivel más bajo entre las principales economías de América Latina. El contraste con Perú (26,4%), Uruguay (19%), Brasil (15,3%) y México (13,7%) es contundente. Estas cifras reflejan no sólo un mayor ahorro en moneda dura, sino también una estrategia deliberada de cobertura ante turbulencias cambiarias y financieras.